Es muy probable que al despertar te preguntes ¿A caso nunca sueño nada?, e incluso sean contadas esas ocasiones donde en verdad recuerdes tu sueño o se lo platicas a alguien más para no olvidarlo.
La realidad es que se ha descubierto que olvidamos lo que soñamos por evidencia neurológica, lo cual trabaja mientras el ser humano duerme para ´limpiar´ la mente de los recuerdos que se consideran no necesarios.
¿Por qué olvidamos los sueños?
Hay quien tiene la curiosa virtud de recordar muchos de sus sueños. Son esas personas que no dudan en compartir con los demás estas experiencias, intentando, como es habitual, buscar simbolismos e interesantes interpretaciones. En cambio, rara vez recuerdan algo de su universo onírico; son esos que no dudan en exclamar aquello de “está claro que yo no sueño”.
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Sin embargo, debemos tenerlo claro: todos soñamos, pues no solo nos permite favorecer ese descanso profundo y reparador esencial para nuestra salud. Es más, el cerebro necesita de dicho proceso para asentar aprendizajes, eliminar datos que no nos sirven y llevar a cabo tareas metabólicas para su correcto equilibrio. Es decir, realizar una especie de tarea de poda.
Además, cuando los sueños son particularmente vívidos disminuyen los niveles de serotonina y noradrenalina, que trae consigo una afectación para recordar nuestra capacidad de analizar los sueños al despertar.
La ciencia lo explica
En un artículo publicado por la revista Frontiers in Human Neuroscience, denominado en el 2018 como: Potenciales evocados aumentados para despertar estímulos auditivos durante el sueño. Consistió en reunir dos grupos de 18 personas cada uno.
El primero estaba compuesto por personas que manifestaron soñar y recordar sus onirismos frecuentemente y otro que obtuvo todo lo contrario. Estos grupos durmieron toda la noche en un laboratorio en los que se dio el instrumento de utilizar auriculares para ofrecer un estímulo auditivo.
En el experimento se destacó a las personas que pertenecían al grupo de los soñadores frecuentes, puesto que ellos tuvieron despertares más largos en todas las etapas del sueño. Y a su vez, manifestaron una mayor respuesta a los estímulos externos, lo que podría explicarse por los despertares extensos.
Por consiguiente, al despertar después de tener un sueño y tardar en dormir la oportunidad al cerebro para guardar el sueño a largo plazo y recordar las imágenes.
Publicada originalmente en El Heraldo de Juárez