/ viernes 1 de julio de 2022

Empresarios & Sociedad: Pedro Leal y Chanita del Rosal

Tres generaciones de médicos de la familia Leal del Rosal han visto por la salud de los chihuahuenses, a partir de la atención, primero en un consultorio modesto y, más tarde, en la Clínica del Parque, hoy Christus Muguerza

Tres generaciones de médicos de la familia Leal del Rosal han visto por la salud de los chihuahuenses, a partir de la atención, primero en un consultorio modesto y, más tarde, en la Clínica del Parque, hoy Christus Muguerza. Desde los fundadores de la estirpe, han dejado una huella altruista y de trato humano a los pacientes, que aún permanece y se extiende a la práctica en clínicas populares. Escribimos el presente artículo a partir de unas entrevistas hechas a Pedro Leal Solís (+) y Carlos del Rosal Díaz

El baloncesto y la Escuela Médico Militar.

Pedro Leal Rodríguez, nació en 1908 procedente de una familia humilde de Saltillo, Coahuila. Huérfano a los 10 años, su madre se ve en la necesidad de trabajar duro para sacar a delante a sus hijos, de los cuales Abelardo, el mayor de ellos, y Pedro, se enrolaron en la Escuela Médico Militar en la Ciudad de México, gracias a que los dos jugaban baloncesto.

Por años, miembros de la familia acudieron a las canchas de la Deportiva a jugar el popular deporte que fue vehículo de progreso.

En la Escuela, Pedro conoció a Chanita, hija de Jesús del Rosal Mayorga, director de la Escuela. Chanita, por su parte, estudiaba la carrera de Química. Pedro egresa de la Escuela en 1932 y es enviado a Michoacán donde le toca atender a los heridos de la Guerra Cristera. De vuelta en la Ciudad de México, le ofrecen regresar definitivamente al estado de Michoacán o a Chihuahua. Pedro opta por Chihuahua, debido a que considera que una mayor distancia de su familia política, les daría a él y a Chanita, la posibilidad de desarrollarse de manera más independiente a la carrera militar.

Pedro Leal y Chanita del Rosal. Foto: Luis Eduardo Ibáñez | UACH

Chihuahua y los inicios.

Llegaron en 1934 a Chihuahua a habitar un domicilio modesto de la calle Libertad. El doctor Leal llegó como Jefe del Batallón 52 de Sanidad. Inicialmente empezó a consultar en su propio domicilio y, poco a poco, se fue introduciendo en la práctica médica dentro de los sanatorios de la época: el Palmore, el Verde y el Central. Con los años, su casa-consultorio se trasladó a las calles 4ª. y Ojinaga. No obstante que en ese tiempo existían médicos generales, el doctor fue especializándose en el ejercicio de la urología, materia que enseñó muchos años en la UACH. Una herencia que le dejó la vida militar fue la disciplina y prácticas como el baño matutino con agua fría.

Otro de sus cometidos fue la atención a menesterosos sin cobrar, tal como se hacía en los hospitales arriba mencionados por parte de varios médicos altruistas. Chanita del Rosal de Leal decía que la Clínica del Parque se había hecho con los recursos de los pacientes que sí podían pagar (muchas ocasiones mediante crédito a la palabra), y con las oraciones de los que no habían podido sufragar sus consultas ni medicamentos. El Heraldo de Chihuahua, recoge en sus ediciones de los años 50, un reconocimiento público que le hicieron los Veteranos de la Revolución.

Chanita y la Clínica del Parque.

En este punto es ilustrativo señalar una anécdota de 1952, cuando una familia dueña del actual predio que ocupa la Clínica, decidió viajar a Europa y, por azares de la vida, la Guerra Mundial los atrapó sin poder regresar ni vender la propiedad. Por ello, la casa y el lote se subastaron al mejor postor. Chanita del Rosal acudió a postular su oferta frente a otros. No obstante, el entonces comerciante y filántropo Lázaro Villarreal, al oír de Chanita que su objetivo era edificar una Clínica, convenció al resto de los interesados a dejarles la opción de compra a ella. Años después, la familia Salomón Beyer, propietaria de la casa contigua, les vendió el predio a los inversionistas.

Carlos del Rosal Díaz, ex director de Bimbo de Chihuahua y pariente de Chanita, nos explica que ella tenía una inteligencia emocional y un don de gentes extraordinario, de manera que educaba en el servicio de calidad y calidez a las enfermeras y al equipo de médicos, además de la familia ampliada que se fue desarrollando alrededor de la Clínica. Podríamos decir que tuvo como diferenciador, la gestión humana que todavía se percibe en el trato, muchos años después de desaparecida.

El doctor Leal consideraba que la Clínica debía tener la calidad suficiente para que los pacientes no tuvieran que viajar a México o a Estados Unidos a atenderse. Además, fundó la Clínica de Ávalos e, igualmente, dirigió el Patronato del Hospital Central (en el que participaron René Lozano, Manuel y Abel Beltrán del Río y los médicos Raúl Torres Ondovilla y Arturo Rico) que obtuvo recursos para edificar las habitaciones de las enfermeras religiosas del nosocomio, según relata El Heraldo.

Pedro Leal Rodríguez y Pedro Leal Solís. Foto: Cortesía | Margarita Marrufo

Herencia de medicina altruista.

En el arranque de la Clínica del Parque (mayo de 1959), participaron: María Díaz de del Rosal, Rodolfo del Rosal Paulín, Jorge Galván, Antero Jiménez, Alfredo Porras, el Dr. Russek y Raúl Torres Ondovilla, algunos de ellos filántropos muy reconocidos en su tiempo.

Por ocho décadas, varios hermanos, hijos y nietos se han dedicado a la medicina: Abelardo e Isidoro Leal Rodríguez; Rodolfo del Rosal; Jesús, Pedro, José Antonio y Luis Leal del Rosal; José Antonio y Manuel Leal Almeida, Carlos Leal Meléndez, Fernando Leal Hernández, Pedro Leal Solís y Pedro Leal Marrufo.

La herencia filantrópica de la pareja Leal del Rosal se extendió en múltiples instituciones y actividades, como el establecimiento de clínicas móviles, consistentes en disponer un cajón de tráiler totalmente equipado para que varios médicos pudiesen atender cirugías y enfermedades en la Tarahumara.

También son conocidas las clínicas de atención en zonas populares de la ciudad, de bajo costo y servicios de primer orden. La Clínica de la colonia Riberas de Sacramento. La Clínica Lupita de la colonia Revolución y la Clínica Chanita en la colonia Vistas de Cerro Grande con apoyo de la Fundación Lafón.

Su pensamiento se resume en la siguiente divisa: “el liderazgo no se trata de estar al mando, sino de ver por las personas a tu cargo”.

Foto: Archivo | El Heraldo de Chihuahua

Tres generaciones de médicos de la familia Leal del Rosal han visto por la salud de los chihuahuenses, a partir de la atención, primero en un consultorio modesto y, más tarde, en la Clínica del Parque, hoy Christus Muguerza. Desde los fundadores de la estirpe, han dejado una huella altruista y de trato humano a los pacientes, que aún permanece y se extiende a la práctica en clínicas populares. Escribimos el presente artículo a partir de unas entrevistas hechas a Pedro Leal Solís (+) y Carlos del Rosal Díaz

El baloncesto y la Escuela Médico Militar.

Pedro Leal Rodríguez, nació en 1908 procedente de una familia humilde de Saltillo, Coahuila. Huérfano a los 10 años, su madre se ve en la necesidad de trabajar duro para sacar a delante a sus hijos, de los cuales Abelardo, el mayor de ellos, y Pedro, se enrolaron en la Escuela Médico Militar en la Ciudad de México, gracias a que los dos jugaban baloncesto.

Por años, miembros de la familia acudieron a las canchas de la Deportiva a jugar el popular deporte que fue vehículo de progreso.

En la Escuela, Pedro conoció a Chanita, hija de Jesús del Rosal Mayorga, director de la Escuela. Chanita, por su parte, estudiaba la carrera de Química. Pedro egresa de la Escuela en 1932 y es enviado a Michoacán donde le toca atender a los heridos de la Guerra Cristera. De vuelta en la Ciudad de México, le ofrecen regresar definitivamente al estado de Michoacán o a Chihuahua. Pedro opta por Chihuahua, debido a que considera que una mayor distancia de su familia política, les daría a él y a Chanita, la posibilidad de desarrollarse de manera más independiente a la carrera militar.

Pedro Leal y Chanita del Rosal. Foto: Luis Eduardo Ibáñez | UACH

Chihuahua y los inicios.

Llegaron en 1934 a Chihuahua a habitar un domicilio modesto de la calle Libertad. El doctor Leal llegó como Jefe del Batallón 52 de Sanidad. Inicialmente empezó a consultar en su propio domicilio y, poco a poco, se fue introduciendo en la práctica médica dentro de los sanatorios de la época: el Palmore, el Verde y el Central. Con los años, su casa-consultorio se trasladó a las calles 4ª. y Ojinaga. No obstante que en ese tiempo existían médicos generales, el doctor fue especializándose en el ejercicio de la urología, materia que enseñó muchos años en la UACH. Una herencia que le dejó la vida militar fue la disciplina y prácticas como el baño matutino con agua fría.

Otro de sus cometidos fue la atención a menesterosos sin cobrar, tal como se hacía en los hospitales arriba mencionados por parte de varios médicos altruistas. Chanita del Rosal de Leal decía que la Clínica del Parque se había hecho con los recursos de los pacientes que sí podían pagar (muchas ocasiones mediante crédito a la palabra), y con las oraciones de los que no habían podido sufragar sus consultas ni medicamentos. El Heraldo de Chihuahua, recoge en sus ediciones de los años 50, un reconocimiento público que le hicieron los Veteranos de la Revolución.

Chanita y la Clínica del Parque.

En este punto es ilustrativo señalar una anécdota de 1952, cuando una familia dueña del actual predio que ocupa la Clínica, decidió viajar a Europa y, por azares de la vida, la Guerra Mundial los atrapó sin poder regresar ni vender la propiedad. Por ello, la casa y el lote se subastaron al mejor postor. Chanita del Rosal acudió a postular su oferta frente a otros. No obstante, el entonces comerciante y filántropo Lázaro Villarreal, al oír de Chanita que su objetivo era edificar una Clínica, convenció al resto de los interesados a dejarles la opción de compra a ella. Años después, la familia Salomón Beyer, propietaria de la casa contigua, les vendió el predio a los inversionistas.

Carlos del Rosal Díaz, ex director de Bimbo de Chihuahua y pariente de Chanita, nos explica que ella tenía una inteligencia emocional y un don de gentes extraordinario, de manera que educaba en el servicio de calidad y calidez a las enfermeras y al equipo de médicos, además de la familia ampliada que se fue desarrollando alrededor de la Clínica. Podríamos decir que tuvo como diferenciador, la gestión humana que todavía se percibe en el trato, muchos años después de desaparecida.

El doctor Leal consideraba que la Clínica debía tener la calidad suficiente para que los pacientes no tuvieran que viajar a México o a Estados Unidos a atenderse. Además, fundó la Clínica de Ávalos e, igualmente, dirigió el Patronato del Hospital Central (en el que participaron René Lozano, Manuel y Abel Beltrán del Río y los médicos Raúl Torres Ondovilla y Arturo Rico) que obtuvo recursos para edificar las habitaciones de las enfermeras religiosas del nosocomio, según relata El Heraldo.

Pedro Leal Rodríguez y Pedro Leal Solís. Foto: Cortesía | Margarita Marrufo

Herencia de medicina altruista.

En el arranque de la Clínica del Parque (mayo de 1959), participaron: María Díaz de del Rosal, Rodolfo del Rosal Paulín, Jorge Galván, Antero Jiménez, Alfredo Porras, el Dr. Russek y Raúl Torres Ondovilla, algunos de ellos filántropos muy reconocidos en su tiempo.

Por ocho décadas, varios hermanos, hijos y nietos se han dedicado a la medicina: Abelardo e Isidoro Leal Rodríguez; Rodolfo del Rosal; Jesús, Pedro, José Antonio y Luis Leal del Rosal; José Antonio y Manuel Leal Almeida, Carlos Leal Meléndez, Fernando Leal Hernández, Pedro Leal Solís y Pedro Leal Marrufo.

La herencia filantrópica de la pareja Leal del Rosal se extendió en múltiples instituciones y actividades, como el establecimiento de clínicas móviles, consistentes en disponer un cajón de tráiler totalmente equipado para que varios médicos pudiesen atender cirugías y enfermedades en la Tarahumara.

También son conocidas las clínicas de atención en zonas populares de la ciudad, de bajo costo y servicios de primer orden. La Clínica de la colonia Riberas de Sacramento. La Clínica Lupita de la colonia Revolución y la Clínica Chanita en la colonia Vistas de Cerro Grande con apoyo de la Fundación Lafón.

Su pensamiento se resume en la siguiente divisa: “el liderazgo no se trata de estar al mando, sino de ver por las personas a tu cargo”.

Foto: Archivo | El Heraldo de Chihuahua

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