Durante el primer semestre 2020 ocurrieron 5 mil 012 accidentes de trabajo en el estado, de los cuales un 27 por ciento está relacionado con la construcción de obras, de acuerdo a la incidencia sobre Riesgos Laborales por Actividad Económica que lleva a cabo el Inegi.
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La cifra del primer semestre 2019 fue de 7 mil 100 accidentes de trabajo, de los que casi el 30 por ciento estuvieron relacionados con la construcción. El Inegi reporta que los accidentes laborales se redujeron en la entidad en 2020, debido al paro de actividades no esenciales a raíz de la pandemia del Covid-19.
De acuerdo al Inegi, durante el primer semestre 2020 sólo dos personas han fallecido por accidentes relacionados con la construcción en el estado, en tanto que la cifra en 2019 fue de seis personas.
Por otra parte, el instituto reporta que entre las lesiones que los trabajadores de la construcción llegan a presentar hay desde machucones, raspones, ampollas, enfermedades de la vista por partículas de materiales en los ojos, hasta caídas de varios metros de altura, electrocuciones por cables de alta tensión, discapacidades y hasta la muerte.
Asimismo, informa de los 500 mil trabajadores de la construcción en la entidad que laboraron durante el primer semestre del año, sólo un 29 por ciento dijo contar con seguro al trabajar para constructoras, mientras que quienes laboran por cuenta propia con pago “por día o por trabajo”, no pagan su servicio médico, ni el de las personas que llegan a emplear.
A nivel nacional, el Inegi estima que cada 20 minutos ocurre un accidente laboral en la industria de la construcción y cada día muere un albañil. Pese a los riesgos, la mayoría carece de servicios médicos y seguros de vida: el 15.4 por ciento de la población que labora en la informalidad pertenece a ese sector.
En México este ramo es uno de los más desprotegidos, pues pese a que la mayor parte son trabajadores informales, no gozan de un horario de 8 horas, salario justo, ni vacaciones, y tampoco cuentan con seguridad social, asistencia médica o seguro de vida, lo que pone en riesgo su integridad física y hasta su vida.
Memo, en riesgo constante
Memo Méndez es uno de los tantos albañiles que trabajan sin seguro, pero ahorita “tener trabajo es una suerte que no se puede perder”, señala, mientras prepara la mezcla para enjarrar el frente de una casa y relata que no puede darse el lujo de no trabajar.
Dice que siempre ha trabajado contratado por otros trabajadores de la construcción, y pese a ello no cuenta con servicio médico desde hace 10 años, pues sólo durante los primeros años de trabajar en el ramo tuvo seguro médico por contrato.
“Me he accidentado muchas veces y uno termina pagando para que lo curen, así es esto. Una vez un clavo me atravesó el dedo gordo de la mano derecha; luego un pedazo de alambre muy finito se me metió en el ojo izquierdo, esa vez sí me asusté más porque no sabía ni qué era, sentía que me quemaba el ojo”, relató.
En otra ocasión, Memo sufrió fractura de omóplato, pues el hueso no resistió al caer desde el segundo piso de la casa donde laboraba. “Era un dolor horrible, no pude mover el brazo en muchas semanas y perdí el trabajo, estuve cuatro meses sin un peso y ahora por el coronavirus apenas agarré trabajo luego de varios meses”.
El trabajador, de 54 años de edad, considera que la albañilería es un oficio de alto riesgo, y más aún para quienes trabajan por cuenta propia. Esta labor les obliga a estar a varios metros de altura y a utilizar herramientas peligrosas, por lo que cualquier descuido, mareo o pieza mal colocada los pone en peligro de muerte.
Falta de visión en empleadores: Abogado
“Los empleadores suelen pensar que los sistemas de seguridad y prevención pueden ser costosos, por lo que confían en que sus trabajadores velen por sí mismos, pero no siempre es así y vemos las consecuencias, que van desde muertes y accidentes que generan grandes gastos que las empresas están obligadas a cubrir”, afirmó Octavio Martínez, abogado laboral.
El licenciado señaló al respecto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sostiene que el costo ocasionado por los accidentes laborales, en forma de ausencias al trabajo, tratamientos y prestaciones por incapacidad y fallecimiento, representan aproximadamente 4% del PIB mundial. Por ello, recalcó: “Una sólida cultura de prevención en materia de seguridad es algo positivo, tanto para los trabajadores como para las empresas”.
Señaló que en este contexto han surgido y tenido un importante crecimiento compañías destinadas a brindar soluciones en seguridad industrial, especializadas también en la instalación de protecciones colectivas, pero sin duda, señaló el abogado, las compañías deben otorgar a sus trabajadores el derecho a un servicio médico, pues independientemente de que haya sistemas de seguridad, siempre existe el riesgo de un accidente.
Del mismo modo, indicó que varios estudios muestran que la inversión en seguridad puede ahorrar montos significativos de la cantidad destinada a incidentes en la construcción, lo que podría generar un retorno de entre 30 y 46% de la inversión.
“Caídas”, la mayor parte
De acuerdo al Inegi, las caídas son la mayor causa de accidentes en las actividades de construcción de altura, todas éstas dentro del concepto de trabajo en altura, que supone trabajar en la cima, significa hacerlo a más de 1.8 metros sobre el suelo y en cualquier lugar donde una persona podría caer y tener serias lesiones si no se toman las medidas necesarias.
Según el Inegi las caídas representan el 50% de todas las muertes relacionadas con esta actividad. No hay distinción entre caídas bajas y altas; por lo tanto en cualquier trabajo en altura se requieren precauciones para prevenir, o minimizar el riesgo de lesiones por este motivo.
Evitar que ocurra un accidente es la mejor manera de proteger a los trabajadores de una fatalidad o lesión por caída; en términos técnicos se habla de “sistemas de prevención de caídas”, pero si la prevención no es posible, la siguiente opción es utilizar protecciones contra caídas, conocidas como “sistemas de detención de caídas”, que tienen como objetivo detener a un trabajador en pleno descenso.
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