De acuerdo al Global Findex del Banco Mundial, el mayor porcentaje de mujeres que no tiene acceso a productos financieros se encuentra en la región Centro-Norte del país, en un rango de edad de entre 18 y 29 años, cuyos ingresos son bajos y sin ningún tipo de seguridad social.
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Destaca que en nuestro país, siete de cada diez mujeres están fuera del sistema financiero formal, y entre las mujeres que poseen una cuenta bancaria, el 18% son titulares de cuentas inactivas.
Asimismo, el Global Findex del Banco Mundial reportó que cada vez más mujeres abren cuentas bancarias en México, sin embargo, la brecha de género aún persiste, ya que el promedio de siete puntos porcentuales se mantiene desde 2013, para 2015 fue de seis, y en 2018 de 6.6 puntos.
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De igual forma, establece que en México aproximadamente una de cada tres mujeres tiene una cuenta en una institución financiera formal, en comparación con los hombres, donde dos de cada tres tiene una cuenta bancaria.
Aparte, según con datos de la Encuesta Nacional de Información Financiera (ENIF), el 37.2% de las mujeres lleva un presupuesto o registro de sus ingresos y gastos; el 7.3% dice haber tomado un curso para aprender a ahorrar, a elaborar un presupuesto o a utilizar el crédito de forma adecuada.
Dicha encuesta revela que hay más hombres que mujeres que disponen de cuentas de ahorro para el retiro, así como seguros de casa, de vida o de gastos médicos, y créditos Fonacot o vivienda (Infonavit, Fovissste) y tarjetas de crédito bancarias.
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La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), expuso que estos datos reflejan la necesidad de generar una educación financiera que incorpore la perspectiva de género, y a considerar las necesidades de las mujeres desde los diversos sectores productivos donde se desarrollan y propician una mejor comprensión de los conceptos y productos financieros, además de desarrollar las habilidades necesarias para tomar decisiones mayormente informadas, evaluar riesgos y aprovechar las oportunidades financieras, con lo que podrían mejorar su bienestar.
Ante esto, destaca que la educación es fundamental para la inclusión financiera de las mujeres, porque genera habilidades para realizar un presupuesto, registro de gastos, uso responsable de créditos y la prevención de fraudes, es decir, generan habilidades financieras para poder administrar sus recursos de manera segura y eficiente, además de conocer los mecanismos de ahorro e inversión.
La educación financiera con perspectiva de género permite disminuir las brechas de género en la inclusión, porque aborda las barreras, restricciones y desafíos que enfrentan desde los ámbitos social, económico y demográfico, para poder acceder a los servicios financieros formales.
La inclusión financiera desde una perspectiva de género, brindaría a las mujeres la oportunidad de acceder a servicios financieros adecuados, empoderándolas económicamente; promovería la igualdad de oportunidades y su desarrollo económico.