Los espectáculos como conciertos, funciones de teatro o las salas de cine enfrentan el problema principal de la pandemia mundial de Covid-19, el contacto social.
Estar cerca de otras personas potencialmente contagiadas con el virus SARSCoV-2 es la principal forma de contagio y estos eventos suelen atraer a multitudes.
El riesgo es evidente, un rebrote a partir de eventos masivos en lugares cerrados, donde el virus puede sumarse a la fiesta y la diversión de los asistentes.
El bien el distanciamiento social y una reducción en el aforo permitido ya está presupuestado para la reapertura de cines y teatros, existe una modalidad adicional que surge como alternativa para asistir seguros a estas funciones: llegar en autómovil y nunca salir de él.
AUTOCINEMAS
Los autocinemas son un ejemplo de las posibilidades para hacer negocio con el entretenimiento pese a la pandemia.
En Montevideo, la capital uruguaya, el Faro de Punta Carretas fue convertido en un autocinema para 130 vehículos. La entrada cuesta 320 pesos por auto y las palomitas y bebidas también se tienen que pagar por adelantado para evitar al máximo el contacto con otras personas, según reporta el diario local El Observador.
Para ingresar, el conductor del vehículo debe presentar el código QR obtenido previo a la función para no tener contacto con el personal de acceso.
En ese mismo lugar, los empleados del autocinema entregan las golosinas y redirige a los autos al lugar correspondiente.
Los sitios de estacionamiento, que en este caso también son los asientos del cine, están diseñados para que los asistentes puedan ver la pantalla desde cualquier sitio dentro del autocinema.
El audio se transmite en el interior del vehículo a través de una frecuencia en FM del radio integrado en el auto, por lo que ni siquiera es necesario bajar las ventanillas para disfrutar de la función.
El único contratiempo, según el diario uruguayo, es que la empresa recomienda llegar entre 30 y 45 minutos antes de la función por cuestiones de logística.
En estos espacios también están planeando organizar otros eventos como conciertos o espectáculos de comedia.
Pero la experiencia no se limita a Uruguay. En medio del relajamiento de las restricciones por la pandemia, el centro comercial Alfa, en Letonia, realizó la tercera temporada de cine al aire libre.
La única diferencia es que ya no es necesario sentarse o recostarse en el suelo ni llevar mantas, pues la función se disfruta desde la comodidad del carro.
Los asistentes tienen que cumplir con las reglas de distanciamiento social y cada automóvil sólo tiene permitido albergar a una familia o máximo 4 ocupantes.
Además, en Riga, otra ciudad letona, los espectáculos donde los usuarios llegan en cuatro ruedas ya incluyen conciertos y hasta festivales de música con la nueva modalidad "drive in".
Este espectáculo se convirtió en una alternativa al Festival Sonido de Verano 2020, que fue cancelado por la contignencia sanitaria del coronavirus.
A este evento asistieron 500 vehículos y se celebró en el Aeropuerto Internacional de Riga, a 10 kilómetros de la capital letona, donde cada agrupación tuvo 45 minutos para interpretar su setlist.
BODAS Y MISAS
En Alemania, un autocinema se convirtió en testigo de tres bodas, con una cantidad considerable de invitados.
La condición ante la pandemia: todos debían asistir en sus carros a la ceremonia para acompañar a las felices parejas.
La ceremonia se realizó en un templete con flores y fue presidida por el alcalde de Dusseldorf, Thomas Weisel.
Cada pareja estaba separada por una ventana de plástico, mientras los asistentes, desde sus autos, tocaron el claxon en vez de aplaudir al final de la ceremonia.
Al otro lado del Atlántico, en Detroit, Estados Unidos, el sacerdote católico Timothy Pelc, se dio cuenta que no tenía el espacio suficiente para albergar tantos autos en su iglesia para dar misa y bendiciones a todos sus feligreses sin crear un caldo de cultivo para el coronavirus.
Sin embargo, el párroco de 70 años de edad ideó una solución práctica.
Decidió convertir el frente de su iglesia en un espacio similar al servicio de autos, drive-through, como el que tienen los restaurantes de comida rápida.
Aunque el sacerdote no oficia las misas de esta forma, por lo menos puede rociarles agua bendita y darles la bendición.
Pero Pelc, quien lleva 30 años en la Parroquia de San Ambrosio, no usa el aspersor tradicional de todas las iglesias, en cambio utiliza pistola de agua.
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