Si se habla de actrices chihuahuenses bellas, sobran nombres desde Juárez hasta Jiménez. Pero si a esas cualidades se le agrega el oficio de romper corazones, la baraja queda reducida a uno o dos nombres, pero en esa pequeña lista debe incluirse el nombre de la actriz Elsa Aguirre.
Mucho antes siquiera que naciera la beldad local Aracely Arámbula e hiciera una vasta relación de relaciones sentimentales, entre cuyas “vístimas” pueden contarse Pablo Montero, Arturo Carmona y el mismísimo Luis Miguel, Elsa no cantaba mal las rancheras e incluso se dio el lujo de rechazar los amores de uno de los máximos exponentes históricos de ese género musical.
Ella y Jorge Negrete se conocieron en el año de 1948 durante la filmación de la película “Lluvia rioja”. En aquel entonces “el charro cantor” ya era uno de los máximos ídolos, no sólo de la canción vernácula o de la pantalla grande, sino que tenía el estatus de ser una de las máximas celebridades en el país, y la idea de un matrimonio con María Félix para nada se acercaba a eso.
Quienes lo conocieron, dicen que el guanajuatense cayó rendido ante los naturales encantos de la chihuahuense al poco tiempo de haberla conocido y que, desde entonces, comenzó a tratar de “quedar bien” con ella.
La insistencia de uno de los “Dos tipos de cuidado” del cine nacional rindió sus frutos poco después, al aceptar por fin Elsa ser su novio. Eran los tiempos de las pláticas afuera de las casas, en los grandes ventanales de las casas o, en el colmo del atrevimiento, de la “manita sudada”,
Pero Negrete siempre se portó como todo un caballero con ella… y con la mamá, a quien el propio novio gustaba traer en compañía de la pareja, al grado de parecer una chaperona y no la suegra. Delante de ella, y a sus espaldas, Jorge siempre, durante el tiempo que duraron de novios, le dio un trato que cualquier soberana de cualquier reino hubiera envidiado.
Él no dejaba a “su pequeña” (como la llamaba cariñosamente) ni a sol ni a sombra. Y si el noviazgo fue efímero, no fue porque el varón fuese empalagoso… al menos no en el amor, porque era muy insistente regalándole libros para que los leyera.
Aguirre jamás supo el por qué de semejantes obsequios. Siempre ha supuesto que eran para leerlos entre semana y comentar el contenido de los mismos para fomentar el hábito de la lectura. Craso error del actor.
Y es que Elsa no tenía mayor interés más que agradecérselo al donante. No estaba, en ese momento, interesada en leer nada. Y esa fue la causa del “bateo” que, encima, no fue de frente, sino a través de su madre, quien le pidió a Jorge ya no visitarla más y que diera por terminada la relación. “Yo quería un novio, no un maestro”, frase que hizo célebre en años recientes.
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Como colofón de este episodio anecdótico de la actriz, se dice que una de las causas por las que comenzó la rivalidad entre dos divas (quizá las últimas del cine mexicano),fue por el noviazgo que antes tuvo la chihuahuense con Negrete, cosa que la de Sonora jamás le pudo perdonar.