Nuestra tierra vio nacer al que es considerado uno de los actores mexicanos más famosos de la historia: Antonio Rudolfo Quinn Oaxaca, mejor conocido como Anthony Quinn. Nacido el 21 de abril de 1915, Quinn vivió en México sólo unos meses pues su familia (madre mexicana y padre mexicano-irlandés) huyó buscando refugio de la Revolución Mexicana en Estados Unidos.
Aunque es una celebridad en muchos países por haber filmado casi 50 películas, y ser el primer actor mexicano en ganar un Oscar, no todos conocen su fascinación y amor por la pintura y escultura.
Se dice que se consideraba a sí mismo un "artista del mundo", ya que sus obras reflejaban desde su crianza en los suburbios del este de Los Ángeles, hasta luego sus viajes por Europa y Medio Oriente.
Anthony pintaba paisajes, pero lo que le gustaba era plasmar el cuerpo humano, en especial los rostros. Clasificaba su arte como “realismo mexicano”, y para distinguirse como artista plástico se cuenta que llego a usar sólo el apellido de su mamá.
Una gran influencia de Picasso y Matisse se puede ver en sus pinturas cubistas y coloridas. Se sabe que la pintura fue su pasión desde que era un niño, pero Quinn empezó a hacer escultura hasta que cumplió los 50 años.
Entre las obras del autor se encuentra un autorretrato en su caracterización de “Zorba el Griego”, la cinta que lo consolidó como una estrella internacional y volvió un ícono la inolvidable postura de baile.
En lo alto de una loma del parque El Palomar, de nuestra ciudad, Quinn se encuentra inmortalizado bailando la danza “Sirtaki” como un homenaje de su tierra natal a una de las estrellas de cine y del arte más respetadas del siglo XX.
“Mientras estés bailando, ‘Zorba el Griego’, ¡serás rey!”.