Leo a Gioconda Belli, con el gozo de explorar la identidad femenina pasada la juventud, cuando la mujer debe ir más allá de los mitos que centran su valor en la belleza juvenil y la fertilidad.
La leo luego de encontrarla en tierras lejanas, en paraísos terrenales para los lectores. Y lo hago porque la narrativa sencilla de la autora es un descanso para mis sentidos.
El intenso calor de la luna cuenta la historia de Emma, un personaje flaubertiano, que tras dedicarse por entero a formar una familia, dejando atrás proyectos profesionales, llega a la madurez de sus cuarenta y ocho años. Sus dos hijos ya se han marchado de casa y la relación con su marido ha perdido el encanto de los primeros años.
Es sin duda una historia escrita desde el simbolismo, desde el abordaje de los temas tabúes como la menopausia, el sexo, la identidad femenina.
Es llevar de la mano al lector hasta la psique de un personaje femenino que nos ilustra cómo es sobrevivir a la menopausia y al aburrimiento de una vida que no es propia, de las aquellas formadas por arquetipos sociales.
Pero es también una historia plana, no hay clímax, no hay emoción, la narrativa no tiene más artilugios que tratar de entrar en la psique del personaje, sesgado, porque todo es visto desde la óptica femenina.
Sin embargo, estas historias, por planas que sean, tienden a ser mi debilidad. Así que querido lector le invito a que Gioconda Belli lo seduzca con su narrativa plana y le haga admirar el “Intenso calor de la luna”, aunque sólo sea para mitigar el tedio de la cotidianidad.