Un fotógrafo de la “prehistoria”, que prefiere el blanco y negro al color, que le apasiona música, desde el género norteño hasta la ópera y que desde hace más de cuatro décadas retrata al mundo con el corazón y la cabeza, más que con la cámara, así se describe el zacatecano Pedro Valtierra, fundador de la exitosa agencia fotográfica Cuartoscuro, quien habló con Gossip de esto y más, antes de la conferencia que ofreció ante miembros del Consejo de Arte Fotográfico de esta ciudad.
¿Qué deben saber los fotógrafos de hoy sobre el fotoperiodismo?
Primero hay que saber que es una obligación como periodistas hacer buenas imágenes que puedan transmitir el tema que están contando. Deben saber la historia que van a trabajar, conocer a los personajes, adentrarse un poco, como el reportero, conocer el tema. Porque finalmente la fotografía periodística no es otra cosa que contar la historia a través de la imagen, escribir con luz. El fotógrafo debe estar enterado, además de conocer su equipo, la técnica, porque la cámara no nos hace mejores fotógrafos.
¿Qué dificultades ha superado para colocar a Cuartoscuro donde está?
Han sido muchos años de trabajo, la agencia la fundé en 1986 con el objetivo de dar servicios a medios, tanto de CDMX, como de los estados, ha sido mucho sacrificio, mucha inversión, conocer los temas y estar pendiente de lo que a los medios les pueda interesar. Somos fotógrafos de prensa, entonces tienes que trabajar mucho en cuanto a las necesidades de los medios, resistir también. Hemos resistido durante muchos años las diversas crisis que hemos tenido en el país a lo largo de los años, sobrevivir, mantenerse.
¿A quién le debe su formación como persona y como fotógrafo?
En primer lugar a fotógrafos como Manuel Madrigal, Javier Vallejo, que fue mi jefe en El Sol de México en 1977 y 78, que me enseñaron los secretos del oficio; y Benjamín Wong (+), director de la OEM en aquellos años, quien me enseñó que los fotógrafos deben estar informados, prepararse, leer, para mí fue fundamental. Soy un hombre agradecido porque sin estas personas no hubiera hecho la agencia, quizá no habría tenido la oportunidad de tener tantas fotos, de estar en tantos lugares, son muy importantes estos personajes.
¿Qué criticaría de la fotografía digital?
Dos cosas principalmente: por un lado, no nos permite mantener la historia como con los negativos, la tecnología es más débil en ese sentido. Por otro, ha engañado de alguna manera a los jóvenes, y a los no tanto, porque la facilidad de hacer fotos nos hace pensar que somos mejores fotógrafo. Hacer fotografía no es disparar muchas veces, implica una responsabilidad con la imagen. Lo digital nos ha facilitado producir imágenes, indudablemente la calidad ha subido. Sin embargo, en términos concretos, el hecho de producir fácilmente fotos no nos hace mejores fotógrafos. Hay una especie de emborrachamiento digital que nos hace pensar que somos mejores fotógrafos hoy que antes. Es que hay un problema, esencialmente la foto se sigue haciendo igual, se facilita más tener un teléfono que una cámara de rollo, pero eso no significa que sea mejor, porque la foto no es el instrumento, depende finalmente de la capacidad de cada uno.
¿Hay alguna fotografía ajena que le habría gustado haberla tomado usted?
Hay un fotógrafo vietnamita, Nick Ut, que tomó una foto de unas niñas quemadas saliendo de una aldea en Vietnam que estaba siendo bombardeada con napalm por las tropas norteamericanas. Es una foto histórica, de las más vistas en el mundo, una de ellas vive en Canadá y Ut sigue siendo periodista de AP. Me hubiera gustado estar en esos conflictos.
Además de la fotografía, ¿qué le apasiona?
La música, leer y caminar, en la selva, el campo, para mí es la mejor terapia para estar bien, caminar y escuchar música de todo tipo. Soy de Zacatecas, crecí con música norteña, tan bella como la clásica, todo tipo de música, no tengo límite, la polka, la ópera, todo. La creación musical me emociona.
¿Color o blanco y negro?
Blanco y negro es lo mejor que a un fotógrafo le puede pasar, porque tienes una relación muy estrecha. Cuando revelas los rollos y los ves secándose hay una sensación de satisfacción, luego viene el proceso de escoger e imprimir, es una relación muy larga. Con el color no, tomas un rollo generalmente lo mandas revelar, el color es como una novia muy guapa, lo tienes que cuidar mucho, es caprichoso, sale bien pero siempre tienes la certeza de que sale la foto. El blanco y negro es más exigente, por eso lo prefiero. Aprendí a tomar color en El Sol de México.
¿En algún momento de su vida peligró la profesión de fotógrafo?
En El Sol hacía reportaje escrito, en un momento me dijeron que tenía que elegir entre reportero o fotógrafo y estuve a punto de decidir que quería ser reportero, pero la foto me apasionaba. Luego seguí escribiendo, no con frecuencia, hoy en día a mis 64 años estoy tratando de recuperar eso, no porque olvide la foto, sino porque me parece que es bueno escribir.
¿Ha heredado esta profesión a sus hijos?
Los enseñé a hacer fotos pero no les gustó, uno está trabajando conmigo, estudia y me ayuda en la agencia, hace fotos, pero también escribe, hace video, documentales. Les enseñé desde chicos que tienen que escoger su oficio, el que les guste, pero ser los mejores, lo que les haga felices. Así les digo a los alumnos, si se van a dedicar a este oficio, es maravilloso, ya lo dijo García Márquez, es el mejor oficio del mundo. Les digo que es un oficio complicado, tienes que trabajar mucho, autocriticarte y no siempre las cosas salen bien. Pero ser fotógrafo, ser periodista, es un oficio muy noble.
Su hija Perla es chihuahuense, ¿qué más le une a Chihuahua?
La historia, porque está muy cerca Fresnillo, toda mi vida desde joven, mi tío Carlos, un dorado de Villa, siempre nos hablaba de Chihuahua, le gustaba mucho. Aparte de mi relación sentimental vine muchas veces a trabajar con los tarahumaras, a hacer distintos temas y siempre me gustó. He tenido una relación muy estrecha con Chihuahua. Aparte de que mi hija estuvo aquí, venía a verla cada 15 días.
¿Qué foto le gustaría tomar de Chihuahua?
La dignidad del pueblo en general, que estén bien todos, duele mucho en México, en cualquier parte, ver la miseria. Me gustaría que Chihuahua sea un pueblo feliz, aunque es un sueño imposible. Me gusta retratar la historia, la gente, la sociedad, tengo invitaciones a venir a trabajar con los rarámuris y me gustaría venir sin la prisa del reportero que tiene que regresar de volada, quedarme y trabajar con más tiempo.
Soy muy respetuoso de la gente que retrato y el pueblo rarámuri es muy noble, inspira, hay muchos fotógrafos que abusan, yo quiero retratarlo para exaltar sus virtudes. Me siento a gusto, hay mucha empatía, no son irrespetuosos, la fotografía es agresiva, llegas y la gente se saca de onda, ellos no, son muy cálidos, por eso me duelen todas las cosas que pasan. A un fotógrafo le duelen todas las cosas que ve, la cámara te vuelve mucho más sensible.
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