Cd. Cuauhtémoc.- El 8 de marzo de 1922 arribaron a San Antonio de Arenales las primeras familias menonitas originarias de Rosenfeld, Alemania, que partieron de las ciudades Swift Current y Manitoba, en Canadá, por lo que al llegar a lo que hoy es Cuauhtémoc, fundaron colonias con los mismos nombres.
Abram Siemens, de 65 años de edad, es conocido como el comunicador menonita. Llegó en 1986 procedente de Perú, donde décadas atrás también hubo migración de la etnia. Fue llamado a ejercer su oficio de maestro impartiendo clases de inglés, alemán, ciencias sociales y hasta educación física.
Aunque el Inegi no emitió en su último censo un dato exacto de la población menonita en el estado, afirma que en la región de Cuauhtémoc que contempla también los municipios de Cusihuiriachi, Riva Palacio y Namiquipa, hay por lo menos 40 mil. En todo el estado, incluyendo Ojinaga, El Sueco y Buenaventura, suman los 65 mil.
SUS VALORES. Aunque hay por lo menos cinco iglesias a las que acuden los menonitas que viven en Cuauhtémoc, todas son de corte evangélico, ocupando la vida religiosa un espacio importante en el desarrollo de la comunidad, cuyos líderes se enfocan particularmente por quienes asisten a sus congregaciones, sin intervenir en otras iglesias.
Hay un Jefe en cada colonia menonita que se encarga principalmente de las cuestiones administrativas.
Abram Siemens explicó que un varón menonita es bien visto si trabaja para sostener a su familia, mientras que una mujer mantiene su prestigio social si “no es una señora floja”.
Además de agricultores y lecheros, el tercer oficio más importante de antaño ha sido el de maestro. Cada iglesia cuenta con su escuela y es donde se forma a los niños sobre todo en valores.
Para el entrevistado, las instituciones educativas tienen un papel más trascendental que nunca, pues los padres de familia se ven obligados a estar fuera de casa porque ahora una gran cantidad son empleados, y ya no tienen tiempo para impartir enseñanza a sus hijos.
Narró que antes los infantes trabajaban la tierra de la mano con sus padres y aprendían a respetarla, así como todo lo necesario para seguir sus pasos en este negocio o la producción de leche.
Aunque los tiempos han cambiado, los menonitas siguen ocupados en que la educación de sus hijos sea de excelencia, por lo que cada vez cuentan con maestros mejor calificados.
La antigua filosofía ha sido aprender en la escuela con el conocimiento y en el hogar con la práctica, lo que dejó de ser tradición para quienes necesitan de un empleo, por lo que se ocuparon en que se les imparta cátedra sobre los valores que quizá ya no tengan oportunidad de aprender en el seno del hogar.