“Los daños fueron más allá de las cosas materiales para nosotros, más allá de las exigencias, que se vieron sesgadas por intereses personales. Se dañó la imagen de nuestro municipio, pues aquí nunca se había dado un percance de ese nivel”, explicó Martín Sánchez, presidente municipal de Ojinaga.
Lo anterior tras la manifestación que había comenzado como pacífica y fue degenerando hasta la quema de tres vehículos pertenecientes al personal del Bienestar, en la plaza central de la cabecera municipal.
“Se desbordaron los ánimos afuera, alguien incitó a la violencia, tuvo que haber sido alguien que buscaba eso precisamente. Hicieron estos actos vandálicos que en nada beneficiaron, únicamente perjudicaron la imagen del municipio”.
El presidente municipal informó que antes de los problemas se había convocado a una mesa de diálogo, para poder generar un acuerdo con base en el aumento a la extracción a la presa, misma en donde participaron múltiples autoridades.
“Estuvo el delegado federal Juan Carlos Loera de la Rosa; secretario de Desarrollo Rural, René Almeida; el licenciado Rubén Gallegos, los presidentes de Aldama, Coyame y Ojinaga. Cuatro personas como representantes de los agricultores y la representación de Conagua”.
Dicha reunión inició en punto de las 9:00 horas y no concluyó hasta la medianoche, cuando el diálogo y los acuerdos se convirtieron en una realidad muy lejana para los involucrados en los problemas.
“Faltó un esfuerzo dentro de las voluntades para que se concretara de manera satisfactoria, iban avanzando las negociaciones de cualquier forma, porque la representación de Gobierno Federal no tenía la facultad para dar la orden directa de cierre”.
Sin embargo, el edil señaló que los ánimos comenzaron a subir en los manifestantes que esperaban una resolución en la parte de afuera del Palacio, hasta el punto de convertirse de una manifestación pacífica en algo más.
“Yo creo que hubo otros factores externos a la movilización, que yo la consideraba justa en sus demandas. En ese inter debe haber alguien que incitó, que radicalizó las acciones, al final lo que impidió que se llegara a un acuerdo en un ejercicio equilibrado”.
Finalmente concluyó en que la situación se encuentra peor que al principio, pues no hubo solución para el problema, los campesinos siguen molestos, y la imagen de su municipio trascendió al ámbito nacional, pero de mala manera.
“Dentro de esta demanda justa y legítima por parte de nuestros agricultores, hay terceras personas afectadas, hay que reconocerlo, de ahí fue donde yo insistí en buscar una mesa donde se construyera la solución a través de un diálogo. No es fácil y ganó la desesperación de la ciudadanía”.
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