En el análisis criminológico del violador de San Felipe, que tenía asolada a esta zona de la ciudad, se desprende que el sujeto fue maltratado por mujeres de su misma edad y que sólo encuentra placer con mujeres mayores y jovencitas menores de edad.
El perfil criminológico que las autoridades realizaron establece que el sujeto se acercaba con las víctimas para después agredirlas a golpes y, una vez que están indefensas, cometer el delito, que en este caso es abuso sexual y violación.
De acuerdo con el perfil psicológico, el sujeto no está “obsesionado” por el sexo ni busca la violación para procurarse placer sexual.
Lo que hace representa para él la forma más acabada de sentir sobre otro el poder de una dominación física total y de una humillación psicológica extrema. Por eso, en este caso, el violador busca que sus víctimas siempre estén indefensas.
El violador, para las autoridades de justicia, busca ante todo la humillación de la víctima, más que la descarga erótica, además de utilizar amenazas futuras para decirle a ésta que le hará daño si lo denuncia.
En este caso, existen ciertas características constitutivas que hacen que un violador sea serial. La repetición de la violación y el modus operandi con el que la realiza, y la forma, son mecanismos que el violador repite como parte de su estrategia.
La investigación del caso establece que el agresor sexual manipula las percepciones, juicios y emociones de los demás con facilidad.
Es una persona que sabe mentir con facilidad para negar sus acciones en caso de ser detectado.
Al aceptar únicamente fragmentos de la realidad, no sólo es una persona que engaña a otra, sino que se engaña a sí mismo para convencerse de que la víctima deseaba la agresión sexual y no asumir su responsabilidad ni sentirse culpable.
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