Chihuahua ocupa el primer lugar nacional en suicidios con una tasa de 11.4, concentrándose en edades de entre 15 a 29 años, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
De igual manera, se destaca que la mayor incidencia de suicidios es por parte de la población de 15 a 24 años de edad, mayoritariamente del sexo femenino que masculino, con una tasa de 6 por cada 10 fallecidas por lesiones autoinfligidas (57.4%) eran menores de 30 años, situación que presentaron 42.0% de los hombres.
Los jóvenes que buscan morir con frecuencia tratan de alejarse de alguna situación de vida que parece imposible de manejar, como un fracaso escolar o laboral, una pérdida familiar, ser víctimas de bullying o una ruptura amorosa.
La gente suicida suele hablar de la muerte más de lo usual, lo que también puede expresarse en forma escrita o por la representación de dibujos y gráficas. Asimismo, la dependencia a las drogas ocasiona que la posibilidad de un suicidio aumente, riesgo que se incrementa al 80 % entre los adolescentes y adultos jóvenes de menos de 25 años de edad.
El aislamiento también suele ser una de las señales de alerta, al permanecer en casa o encerrados, acabar con sus actividades sociales o dejar de participar en las actividades que acostumbraban hacer y que disfrutaban. El hacerse daño físicamente no siempre significa un intento de suicidio; sin embargo, es un signo de que la persona se encuentra en una etapa de mucha tensión emocional y que necesita de apoyo y ayuda.
Los pensamientos suicidas pueden estar o no presentes y, como en el suicidio, hay mucho dolor y miedo de ser rechazado o de que crean que uno está loco o loca por daño a uno mismo. Por lo que es muy importante ser muy abierto y comprensivo y estar dispuesto a hablar y escuchar acerca del porqué de ese comportamiento, creando un ambiente tranquilo y sin juzgar a la persona afectada.