Tomás Herrera Villanueva, el coordinador administrativo de la delegación local de Cruz Roja Mexicana, contó que los apoyos que han realizado hacia los migrantes en la ciudad de Chihuahua han sido principalmente por iniciativa propia y siguiendo los protocolos establecidos para llevar un mejor control y organización al momento de llevar las ayudas humanitarias.
Asimismo, el coordinaron mencionó que estos protocolos deben de ser utilizados no solo al momento de organizar a las personas, sino que al recibir donativos también se deben de seguir los protocolos para verificar que los medicamentos y alimentos no estén caducados, así como la ropa y artículos de limpieza que se encuentren en buen estado antes de brindarlos a los más necesitados.
El apoyo más reciente ocurrió el domingo pasado, cuando temprano por la mañana se enteraron de un grupo de migrantes que se encontraban varados en el Ejido Sacramento, al norte de la ciudad, donde mandaron unidades de la Cruz Roja para revisar la cantidad de personas que encontraban tanto en Sacramento como en la caseta a Juárez y el campamento de la Juan Pablo II.
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Herrera comentó que dimensionaron alrededor de 750 personas que se encontraban en Sacramento, quienes tenían necesidades de alimentación y enfermedades; por medio de un grupo de WhatsApp fueron avisados que se encontraba un niño con epilepsia en el lugar, así como mucha gente resfriada y con deshidratación.
Por medio de esta red social los voluntarios se pusieron de acuerdo para conseguir los víveres y medicamentos necesarios: fueron 300 botellas de agua, 3 mil latas de atún, toallas sanitarias, pañales, toallitas húmedas, pasta de dientes, jabón, crema, cobijas, entre otros artículos.
Con ayuda de una las Damas Voluntarias y de una docente de la Universidad Politécnica lograron conseguir ropa donada para los migrantes, dándoles la oportunidad de cambiarse la ropa y desechar las prendas sucias y rasgadas.
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Tomás comentó que la necesidad que percibieron en la gente que se encontraba en Sacramento era mayor que aquellos del campamento Juan Pablo II, debido a que este lugar al sur de la cuidad suele ir los ciudadanos para llevarles comida, agua y artículos de primera necesidad o si no, ellos mismos pueden comprar en las tiendas de conveniencia cercano.
Mientras que en Sacramento se encuentran muy lejos de la carretera, por lo que no pueden acudir a ninguna tienda a comprar alimentos, “entonces les llevamos todo lo que pudimos, les dimos atención médica y repartimos todo lo donado”.
Los medicamentos que fueron llevados con los migrantes fueron donados por un médico del Hospital Ángeles, quien los acompañó como voluntario para revisar a las personas que se encontraban padeciendo alguna enfermedad o molestia.
El coordinador Herrera Villanueva comentó que lo que más les ayuda para llevar a cabo estas acciones, son los protocolos, los cuales sirven para organizar a las personas voluntarias, los donativos ya sean artículos de limpieza o higiene personal, revisar los medicamentos y alimentos, así como para organizar a los migrantes cuando llevan los donativos.
Asimismo, añadió que todo lo que llevaban de donativos se acabó ese mismo día, debido a que atendieron a decenas de personas, sobre todo menores de edad, “estamos esperando a que lleguen más, porque sé que vienen gente de Jiménez y de Meoqui”, comentó el coordinador.
Señaló que estas actividades se realizan con base a un monitoreo constante en las noticias y redes sociales, así como una comunicación constante con las delegaciones de los demás municipios, quienes van avisando cuánta gente llega a la capital.
Asimismo, comentó que este trabajo se realiza con el único objetivo de dar ayuda humanitaria a aquellas personas que más lo necesitan, “nada político, vamos con el afán de querer ayudar a esta gente”, expresó Herrara.
Aunado a lo anterior, comentó que al momento de ir en camino a Sacramento tuvieron que parar en una farmacia para comprar el medicamento del menor de 8 años que hasta ese momento había sufrido seis convulsiones en la noche y en la mañana de ese domingo, esto debido a que no tenían el medicamento para brindarle a su familia.
Por otro lado, contó que en ocasiones anteriores se juntaron las Damas Voluntarias para cocinas en una bodega que tiene la Cruz Roja para preparar comida con ingrediente que habían sido donados por la Central de Abastos, entre los ingredientes se encontraban costales de frijol, papa, chile, cebolla, tomate, calabacitas y elote.
Con estos ingredientes se pusieron a cocinar diferentes platillos, como calabacitas con elote y queso, caldillos, frijoles, puré de papa, ensalada de verduras y de fruta, para entregarles comida casera a los migrantes que se encontraban en ese momento en el campamento del bulevar Juan Pablo II.
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Este día fue uno en los que más hicieron valer los protocolos por lo que se rigen, debido a que, ese día en que se prepararon para llevar los alimentos calientes, consultas y medicamentos al campamento, fue el mismo día en que un migrante fue atacado con un arma de fuego.
Herrera contó que al momento en que el hecho ocurrió, se les informó de la situación y decidieron quedarse al margen hasta que se calmara la situación. Posteriormente decidieron acudir en solo una ambulancia para informar que llevarían apoyos a quienes lo necesiten, pero requerían que todo se hiciera en orden.
Una vez que los migrantes se comprometieron a guardar la compostura y estuvieron alineados, las unidades que se habían quedado más atrás se acercaron al lugar; hubo un consultorio móvil, otras unidades para consultar donde tuvieron el apoyo de alrededor de cuatro médicos voluntarios.
Asimismo, el coordinador comentó que, así como la organización y el seguimiento de protocolos es importante, también se debe de tener el apoyo de los ciudadanos, de aquellos voluntarios que sin ninguna remuneración siempre están pendientes en apoyar a quienes más lo necesitan.
