El arzobispo de Chihuahua, Constancio Miranda Weckmann, presidió la ceremonia de bendición de ramos y palmas durante la celebración dominical en la Catedral Metropolitana, que inició en el exterior del sagrado recinto, bajo la sombra de los encinos que se encuentran en la esquina de la Plaza de Armas, en calle Victoria y Segunda, desde donde ofreció un breve mensaje a los fieles.
“Queridos hermanos, después de haber preparado nuestros corazones desde el principio de la Cuaresma, con nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos reunimos para iniciar unidos con toda la Iglesia las celebraciones de los misterios de Pascua, es decir, de la Pasión y Resurrección de nuestro señor Jesucristo”, expresó Constancio Miranda.
En torno a él, cientos de personas se unieron con los ramos en alto, para recibir las palabras del jerarca católico, así como la bendición, llenando ese espacio de la Plaza.
“Misterios que empezaron con su entrada en Jerusalén, su ciudad. Por eso, recordando con toda fe y devoción esta entrada salvadora, sigamos al Señor, para que participando de su cruz, tengamos parte con él en su resurrección y su vida”, expresó el arzobispo Miranda.
Posteriormente, alzando su diestra, bendijo a todos los presentes con la señal de la Cruz, y también a los ramitos que se levantaban por encima de las cabezas de la concurrencia.
“Dios Todo poderoso y eterno, santifica con tu bendición estos ramos, y los que trae cada quien en sus manos, para que quienes acompañamos jubilosos a Cristo Rey, podamos llegar con él a la Jerusalén del Cielo, quien vive y reina por los siglos de los siglos, amén”, dijo don Constancio, con una sonora respuesta de las personas presentes, “¡Amén!”.
Posteriormente, encabezó una procesión con hojas de palma en alto, ingresó a la Catedral Metropolitana de Chihuahua, portando en su diestra una palma con un listón rojo atado, en lugar de su tradicional báculo; como signo de paz y de esperanza.
Así mismo, el fino mármol del altar del altar, este domingo en lugar de estar adornado con ramos de perfumadas flores, este domingo lució ramos de palmas. Luego se dio lectura a la Palabra correspondiente a este domingo 2 de abril.
Acompañado de dos sacerdotes, el arzobispo Constancio Miranda Weckmann, realizó la lectura de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, según San Mateo, de pie, desde el altar.
“La celebración de este domingo, comienza con el rito de la bendición de los ramos. Siguiendo con la lectura del evangelio que narra el momento de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén; poniendo de manifiesto el homenaje de Cristo a él, como redentor de toda la humanidad.
El arzobispo Miranda Weckmann, explicó que la procesión que hicimos, tiene como meta la celebración de la eucaristía, ya que en ella, se re actualiza el sacrificio de Cristo. La entrada de Jesús en Jerusalén, tenía la finalidad de consumar el misterio pascual, por eso, la liturgia de la misa insiste en la Pasión y la Pascua.
Los ramos bendecidos son un signo de la protección de Dios y de su ayuda. Es el signo exterior de seguimiento a Jesús, por el camino hacia el Padre.
“La presencia de los ramos en nuestros hogares, es un recordatorio de que hemos vitoreado a Jesús, nuestro Rey, y lo hemos seguido hasta la cruz. De modo que seamos consecuentes con nuestra fe, de lo que hemos hecho, y aclamemos a Jesús, durante toda nuestra vida”, exhortó el arzobispo de Chihuahua.
Narró que las mismas personas que lo vitorearon, en unos días, lo estarían acusando durante la crucifixión.
“Coherencia, perseverancia, es necesario ahondar en nuestra fidelidad, para que nuestros propósitos no sean luces que alumbren momentáneamente, y el viernes se apaguen. No nos separemos de él. Comencemos esta semana santa con un nuevo ardor y al servicio de Jesús. Tratemos de mantenernos en coherencia de nuestra fe. Que nuestro grito de júbilo hoy, no se convierta en ‘crucifíquenlo’, el viernes santo. Vivamos la Semana Santa, para acompañar a Jesús hasta la resurrección, es descubrir qué pecados hay en nuestra vida y buscar el perdón, la generosidad del amor de Dios, en el sacramento de la confesión. Es afirmar que Jesús está presente en la eucaristía”, afirmó monseñor Miranda Weckmann.