Los últimos incendios forestales que se registraron en el municipio de Madera —principalmente en la zona de La Norte, Chuhuichupa, Las Varas e inmediaciones— no fueron producto de las altas temperaturas o descuidos humanos, sino que fueron iniciados intencionalmente por grupos del crimen organizado, según lo indican investigaciones de las autoridades de seguridad.
Tanto la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, que se encuentra destacamentada en aquella zona del estado, como las propias fuentes de inteligencia de la Fiscalía General del Estado han recopilado esta información sobre el origen de los siniestros en esa región boscosa.
La información fue obtenida por los agentes de múltiples detenidos, quienes revelaron que un grupo delictivo que opera en la zona intentó utilizar los incendios como una estrategia para ahuyentar o eliminar a una facción rival que se adentró en los bosques con la intención de arrebatarles el control delictivo de la “plaza”. Sin embargo, esta acción resultó en la destrucción de miles de hectáreas de áreas naturales.
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El fuego ha dejado un hondo rastro de destrucción a su paso, consumiendo miles de hectáreas de vegetación y poniendo en peligro la vida de numerosas especies animales, así como de los mismos habitantes, debido a que genera un grave impacto en las comunidades que dependen de los recursos naturales de la región para su sustento y desarrollo económico.
La magnitud de la problemática ha sido tal, que hace apenas unos días los residentes de la zona se encontraban desesperados y solicitando asistencia para combatir las llamas, pues estos incendios no sólo amenazan los valiosos recursos naturales, sino que también ponen en peligro directo la vida y el bienestar de las personas que llaman hogar a esta región.
Un informe de la Comisión Nacional Forestal a principios de junio refuerza esta versión emitida por una serie de criminales arrestados, al alertar en un informe que las actividades ilícitas son la principal causa de los incendios forestales en el país, seguidas de las labores agrícolas. Lamentablemente, Chihuahua encabeza la lista como el estado más afectado por estos siniestros durante la última semana, con más de 7 mil hectáreas devastadas.
En los archivos de la Fiscalía General del Estado se desprende que en el municipio de Madera existe una operación criminal liderada por un sujeto identificado como Francisco A. M., alias el Jaguar, quien trabaja para el Cártel de Sinaloa y desde 2021 permanece en prisión por su probable relación en la masacre de la familia LeBarón, perpetrada en noviembre de 2019.
A pesar de la captura del presunto cabecilla criminal, los agentes de la FGE descubrieron que transfirió el control criminal de esa región a su hijo, Jesús Omar A. R., apodado el Puma. Este heredero de esa célula delictiva ha continuado con las actividades en la zona, desencadenando repetidos enfrentamientos por el control territorial.
El último de estos violentos episodios se registró a principios de junio en la zona conocida como El Largo Maderal y coincidió con el inició —unos días después— de uno de los incendios más intensos, que incluso amenazó con alcanzar las viviendas de los pobladores.
Durante este enfrentamiento armado, la FGE recuperó los cuerpos de siete personas presuntamente involucradas en la confrontación, la escena de sangre tuvo lugar en medio de los densos pinos y cerros que dominan gran parte del bosque en el municipio de Madera, en la Sierra Tarahumara.
La Fiscalía General del Estado realizó un informe del que se desprende que La Línea —uno de los principales brazos del Cártel de Juárez— ha intentado irrumpir en ese corredor que da acceso a la Sierra Tarahumara enviando en reiteradas ocasiones a pistoleros pertenecientes al grupo conocido como Linces, quienes cuentan con adiestramiento militar.
En los mismos informes de inteligencia de la corporación se asienta que el territorio fue controlado hasta 2018 por el Nuevo Cártel de Juárez, al mando de un sujeto identificado como Roberto G. M., alias el Mudo o el 32, pero fue desplazado a Nuevo Casas Grandes por el grupo de Francisco A. M., el Jaguar, con respaldo que obtuvo de una célula criminal que operaba en Sonora.
Desde ese momento el grupo del Jaguar y sus Lobos —como se autonombran— han retenido el dominio criminal en esa zona del estado, mientras que el grupo del Mudo —quien también se encuentra preso— insiste en retomar el control de la “plaza” perdida para incrementar sus operaciones en la región noroeste del estado.
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