Jorge Carrera Robles, delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia en el estado de Chihuahua, afirmó que derivado de un estudio exhaustivo realizado en 2016 por expertos geólogos; y el monitoreo de humedades que sigue tras su recomendación, pueden afirmar que la estructura de la Catedral Metropolitana de Chihuahua no presenta daños estructurales por la inundación que se presentó en el año 2013.
El antropólogo Carrera Robles, explicó que en 2016, el ingeniero José Ruperto Ortega Ramírez, quien es especialista en estudios de geología, a través de equipos de scanner e imagenología hizo el recorrido, banneo o barrido, al interior y exterior del entorno de la Catedral.
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“El propósito fundamental, era determinar la afectación posible a la estructura de la Catedral, por las humedades presentes. Era obvio que el establecimiento del paso a desnivel, subterráneo de la avenida Independencia, había generado una presencia de mayor humedad en el subsuelo del entorno de Catedral y específicamente, con el temporal de lluvias, lo que era el Museo de Arte Sacro, literalmente, el sótano de la Catedral, había subido el nivel de aguas. Con los días volvió a bajar, como es natural”, explicó.
En ese sentido, Jorge Carrera mencionó que a través de una mesa de diálogo y de trabajo permanente, pues la Catedral es uno de los monumentos más importantes de Chihuahua, y al ser un monumento histórico catalogado, el INAH tiene la responsabilidad de normar sus intervenciones y estar al pendiente; en conjunto, con el encargado de la Catedral, especialistas que ellos contratan, en este caso estaba a cargo del arquitecto Gastón Fourzán, y el INAH, se decidió invitar, desde las oficinas en la Ciudad de México, a este ingeniero, José Ortega, quien hace estudios especializados en este terreno, ante la interrogante de qué sucedía con las humedades.
“La conclusión que nos compartió el ingeniero es que primero, la Catedral tenía una cimentación realmente muy importante y sólida, que alrededor de la tercera parte de lo que se ve de superficie, hasta la cresta del campanario, esa es la proporción que tiene de cimentación. La hicieron tan grande en su fundación, en su construcción, porque estaban convencidos de que estaban construyendo muy cerca del río Chuvíscar y que tenían que preveer humedades, suelos arenosos, porque no estaban construyendo sobre piedra. Uno se sorprende de la cantidad de piedra, cal y arena, con la que edificaron la cimentación. Las humedades se deben a un proceso de capilaridad, le llaman los expertos del INAH, que es un fenómeno físico. Eso es lo que le sucede a Catedral en sus muros; pero, no pasa de cierto nivel, entonces, no hay realmente una afectación seria a la infraestructura. Obviamente, que está la humedad, y hubo recomendaciones para aeración, para si aumentaba la cantidad de humedad, se colocaran físicamente unos ductos para drenar. No ha sido necesario, porque el monitoreo de presencia de humedad, no ha dado como resultado que se tengan que colocar”, afirmó Jorge Carrera Robles.
En ese sentido, compartió que quienes diseñaron la Catedral desde la década de 1720, hasta 1780, que fue terminada, nunca previeron que en su sótano o cimentación se hiciera un acondicionamiento para la vida humana y actividades artísticas o museográficas.
Al alterar esta condición, al pensarse lo que fue una idea muy interesante, de aprovechar este espacio y poner en marcha ahí el Museo de Arte Sacro, en realidad, nunca se previó que era una zona de humedades, y que en la medida en que llovía y aumentaba el nivel freático del río y los escurrimientos, podría subir la humedad.
“Seguramente, eso había pasado desde siglos anteriores, pero no se había dado cuenta, porque no se usaba; o si se enteraban, no había afectaciones porque estaba desocupado el espacio. Lo que parece obvio, es que en la contención de la calle Independencia, sí ha generado mayor concentración de humedad, en la parte de Catedral. Hay que reconocerse como otra intervención de la comunidad, gobiernos, empresas, todos los que decidimos estas cosas, y posteriormente, nos hemos dado cuenta de esta circunstancia. También, hay que reconocer que hay muchas tuberías en malas condiciones en el subsuelo del Centro, desde el Paseo Bolívar, hasta el Canal Chuvíscar. Hay mucho escurrimiento, por pérdida de líquido, por fugas; todo eso hace esta situación”, refirió el antropólogo Carrera Robles.
Sobre la pregunta de si tiene algún hundimiento, el delegado del INAH en Chihuahua aseveró que la Catedral Metropolitana de Chihuahua, no tiene ningún riesgo estructural, y que el control de la humedad que se presenta, se monitorea continuamente, y al menos, en los últimos años, y a partir del estudio que se hizo, no hay ningún registro en ese sentido.
Sin embargo, al abordar el tema del supuesto hundimiento, mencionó que lo que puede haber, son fotografías donde los pavimentos han ido creciendo y hay menos escalones, pero, porque hay pavimentos sobre pavimentos. Explicó que si se escarba, se encuentra que hay pavimentos actuales, de adoquín o cemento; más abajo hay los pavimentos de asfalto; y más debajo de piedra. Todo eso, es producto de una historicidad de más de 300 años del Centro de la ciudad.
En la parte técnica, el arquitecto Gastón Fourzán, explicó que cuando se hizo el paso a desnivel de la avenida Independencia, hicieron algunos trabajos que impiden que llegue agua de lluvia al paso a desnivel para evitar inundaciones en la vía, pero lo que no hicieron fue haber previsto para donde iban a echar esa agua.
“Más de la mitad de esa agua de lluvia que ya no corría por la Independencia y que estaba contenida, la echaron por la calle Cuarte y llegó al Museo de Arte Sacro. Me di cuenta hasta unos días después que seguí viendo la cuestión de la lluvia y acudí con el ingeniero, que era el director de Obras Públicas en aquel momento, y le expuse la cuestión. Nos pusimos a ver el asunto con sus técnicos, y se hicieron otros trabajos, para desviar esa agua a la calle Ocampo, a la Décima y echarla a ese mismo arroyo de Díaz Ordaz, desviando el agua desde la Bolívar. Eso remedió el asunto”, expuso el arquitecto Fourzán.
Sin embargo, para dar certeza a la integridad del edificio considerado como la “Joya del Barroco del Norte de México”, se contrató hacer un estudio en forma, a través del INAH, que cuenta con un equipo técnico especializado.
“Estos geólogos, con el doctor José Ruperto Ortega Ramírez, empezamos a conversar con él, para explicarle el problema. Fue en el 2016, es decir, tres años después de la inundación, que ya estaba controlada. Hicieron todos los estudios, y terminaron de hacer los análisis, sacar las conclusiones. Lo que yo ya me imaginaba, lo corroboramos: la Catedral no tiene ningún problema”, confirmó Gastón Fourzán.
Acotó que recientemente, hace alrededor de un año, el arquitecto Fourzán hizo un estudio, en el que calculó el peso de algunos elementos de la Catedral, entre ellos, la cúpula que está asentada en un prisma octagonal que se llama tambor, desde el techo de la Catedral hacia arriba, y determinó que toda esa pieza pesa 56 toneladas.
“El edificio entero debe pesar cientos de toneladas, por lo que si hubiera cualquier problema, ya estaríamos viendo grietas, y no hay. Se puede inspeccionar con una lupa, y no se encontrará ni una sola grieta. Me queda claro que el arquitecto José de la Cruz, a quien enviaron a construirla desde Durango (y que ahí está sepultado en la Catedral), era una persona que sabía perfectamente bien lo que hacía, ahí está la muestra, después de casi 300 años, la Catedral sigue en perfecto estado”, detalló.
Para finalizar, hizo énfasis que este tipo de preocupaciones, sobre el estado de la Catedral Metropolitana de Chihuahua, es una muestra de que la gente se preocupa por el patrimonio; y eso es positivo, concluyó el arquitecto Gastón Fourzán.