“Tiene que derramarse sangre, sufrir las víctimas o quedar gente marcada par siempre, para que las autoridades puedan reaccionar”, manifestó Norma Ledezma Ortega, directora de Justicia para Nuestras Hijas, al opinar sobre las reformas que se plantean a la Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes.
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La activista consideró que son propuestas muy atinadas, pero tardías para Mya, cuyo caso fue el detonante para que los legisladores locales encabezaran las reformas a nivel nacional donde se espera que las penas para los menores infractores sean rigurosas, ya que muchos de los menores infractores actúan con más madurez.
Las reformas van a beneficiar a muchas personas, no solo a quienes sean víctimas de una tentativa de homicidio, como el caso de Mya, quien es una sobreviviente de intento de feminicidio, luego de que su pareja sentimental la apuñaló en 47 ocasiones.
Comentó que los legisladores deben hacer sus leyes y reformas bajo su exposición de motivos por hechos reales, si bien es cierto, es el caso de Mya el que los ocupa, hay otros casos que con anterioridad pudieron haberse registrado y que al ser el agresor menor de edad le tuvieron mucha consideración.
La abogada consideró que el juzgador del caso de Mya no actuó para salvaguardar la integridad de la víctima, ya que mencionó que tomó en cuenta la legislación actual pero no aplicó el principio pro persona y no vio la situación grave de la víctima, “Es simple sentido común, no necesitas ser experto en las materias para determinar que debería estar en prisión preventiva, porque ser menor de edad no le impidió realizar el hecho delictivo que marcó la vida de Mya y ahora está prófugo”.
Norma lamentó que solo bajo este tipo de circunstancias los legisladores reaccionen, sin embargo espera que sean aprobadas, ya que hay muchos delitos en lo que participan personas menores de 18 años, cuyas reacciones superan a las de algunos adultos.
Se pronunció para que las autoridades competentes realicen su trabajo y detengan al joven agresor, quien se fugó con la protección de su familia y bajo la permisividad de los juzgadores del estado y del sistema de justicia.
“Como siempre las migajas de la justicia son las que nos llegan a las víctimas”, finalizó.