Los hermanos Isela, Isaac y Armando sienten una carga de tristeza cuando se aproxima la Navidad, contrario al resto de los niños, pues hace tres años una Nochebuena, la mala fortuna les arrebató a sus padres en un accidente automovilístico, y le ruegan a su abuela que en lugar de hacer pedido de juguetes, lo que quieren de regalo es volver a ver a su papá y abrazar a su mamá.
“Pues es que es muy triste estar sin ellos. Extraño todo; si le pudiera pedir algo a Diosito, le pediría que me dejara verla, a mi mami y a mi papi”, compartió con una voz dulcísima, pero apagada Isela, mientras apenas sostenía la mirada de sus ojos almendrados.
Isaac, de 10 años, fue más concreto, solo dijo que la Navidad le parecía muy triste porque no están sus papás; y desvió sus bellos ojos zarcos hacia el horizonte que brinda la vista de su humilde casita, desde una brecha de terracería ubicada a media altura del Cerro Coronel.
“Ellos no tienen papás, murieron en un accidente, van a cumplir tres años este 24 de diciembre. Su mamá era mi hija, la única que tenía. Ahora que se fue, me dejó tres angelitos; pero se nos hace muy difícil porque el niño menor todavía está muy chiquito y no puedo trabajar para cuidarlos, porque los otros dos ya son de escuela”, refirió Magdalena Aparicio Navarro, la abuela de los hermanitos, comentó que Isaac e Isela desean una bicicleta, mientras que el pequeño Raúl Armando, amante de los dinosaurios, le encantaría tener uno de los peculiares animales extintos.
La familia de abuelos y tres nietos vivían en un jacal de madera, luego de que se diera a conocer su caso, la generosidad de las personas, cooperaron y lograron construir una casita de block y cemento, donde toleran mejor las bajas temperaturas que azotan la parte media del Cerro Coronel, donde se asentaron en búsqueda de un lugar para vivir.
El esposo de Magdalena trabaja con una troquita acarreando escombro, y limpiando patios, entre los dos abuelos, llevando consigo al pequeño Armando y a los niños de 10 y 11 años, en casa encargándose de sus tareas. Desafortunadamente, la troca que es el medio de trabajo del abuelo se descompuso y no han podido obtener recursos para mandarla a arreglar.
“Sí tienen ropa, porque el gobierno les dio los uniformes, pero los tenis no les quedaron, porque les dieron talla 6, y pues ¿dónde les iban a quedar? Necesitan mucho zapatos, porque esos que traen ya están muy rotos. Y el pequeño, de repente se estiró mucho, y necesita ropa, ya va a cumplir cuatro, ahora en febrero”, refirió la abuela.
Raúl Isaac comentó que le gusta mucho estudiar en la escuela, para pensar muy bien que va a ser cuando sea grande y ayudar a sus abuelos con los gastos de la casa. Armandito es un amante de los animales, y no solo de los dinosaurios, es amigo de un perrito recién nacido a quien protege, y siempre trae consigo. Mientras Isela, la mayor de los hermanos, es diligente compañía de su abuelita Magdalena.
La familia vive en la calle Ponce de León y 57, en una brecha de terracería, en el número 5903. El teléfono es (614) 465-8611.
Raúl Armando de tres años, calza del 17. Raúl Isaac, de 10 años, calza del 21. Isela Yamileth, de 11 años, calza del 23. Necesitan ropa abrigadora de acuerdo a su talla y leña para calentarse, pues el frío y el viento es más agresivo a esa altura.