Los sacerdotes de la Arquidiócesis de Chihuahua reafirmaron su unión a Cristo, para ser fieles ministros de su iglesia y conducir a otros a la vida, ello, al renovar sus promesas sacerdotales en la misa crismal en la cual se realizó la consagración del Santo Crisma y se bendijeron los santos óleos.
La celebración eucarística fue presidida por monseñor Constancio Miranda Weckmann, Arzobispo de Chihuahua en la Catedral Metropolitana de Chihuahua, la cual fue concelebrada por un gran número de sacerdotes de las 91 parroquias y rectorías de la Arquidiócesis, entre ellos el vicario general Luis Carlos Lerma Martínez; el rector del Seminario Leopoldo Prieto; José Luis de Haro Treviño y Víctor Melchor Quintana Quezada.
En esta fiesta católica, monseñor Miranda invitó a los sacerdotes a guardar la fidelidad en su ministerio y los invitó a renovar públicamente sus promesas sacerdotales, los exhortó a ser pregoneros de la palabra de Dios, curar corazones heridos y gritar que el amor está vivo.
El jerarca de la Iglesia Católica señaló que el cenáculo de la misa crismal es una oportunidad para agradecer a Dios Padre de misericordia el don del sacerdocio en su obispo, presbíteros, diáconos y fieles, ya que todos pertenecen a un pueblo sacerdotal.
“Es un llamado a la caridad pastoral, somos instrumentos de gracia para anunciar el evangelio y sanar las almas, somos instrumentos de paz y de justicia para calmar la sed, bendecir y sanar el pecado. Estamos aquí para pedir tu gracia y cercanía, para decirme nuevamente, ¡Aquí estoy Señor!”
Los exhortó a ser apóstoles de Jesús, porque ser sacerdote no es nada fácil, pero es aceptar seguir a Jesús con la convicción de que no solo son palabras sino hechos lo que requiere el mundo para transformarse.
Al celebrarse la institución del sacerdocio los invitó a renovar sus promesas, para unirse a Cristo, modelo de sacerdocio; se comprometieron a ser dispensadores de los sacramentos de Dios por el bien de sus hermanos.
La feligresía presente se unió a la oración por los sacerdotes y por el Arzobispo para que sea fiel al ministerio y sea un buen pastor.
En la ceremonia se realizó la bendición de los Santos Óleos y la consagración del Santo Crisma, los cuales fueron conducidos en procesión por los diáconos y presentados ante el altar.
El Santo Crisma es un óleo perfumado que representa al mismo Espíritu Santo. Con este aceite se unge a los nuevos bautizados, a los que reciben la confirmación y a los ordenados sacerdotes y obispos.
Los Santos Óleos son dos, uno que se usa en los catecúmenos, que se pone antes del bautismo para liberar del pecado; y el de enfermos que se usa en la unción de los enfermos ya sea para dar sanación al enfermo o darle alivio en su sufrimiento.
La iglesia católica se unió en oración para participar de la resurrección de Cristo.