La historia de Chihuahua está escrita en sus calles, a veces como estatuas y monumentos que recuerdan glorias pasadas, otras veces en forma del amargo recuerdo de luchas que no han terminado, como ocurre cientos de casos de feminicidios en el estado.
Tal es el caso de memoriales como las placas erigidas en honor a Marisela Escobedo y la periodista Miroslava Breach, mujeres que fueron víctimas de la violencia, y que ahora son recordadas en las puertas del Palacio de Gobierno de Chihuahua. Pero también frente a ese bello edificio que alberga al ejecutivo estatal, en la plaza Hidalgo, se yergue la Cruz de Clavos, un recuerdo del dolor y la injusticia que prevalecen alrededor de los cientos de feminicidios de mujeres que han ocurrido en el estado de Chihuahua.
La Cruz fue erigida en 2001 por el Grupo Feminista 8 de Marzo, como una forma de protesta contra los feminicidios que se venían presentando en el estado desde inicios de los años 90s, principalmente en ciudad Juárez, pero también en Chihuahua capital. Esta violencia contra mujeres de todas las edades atrajo la atención de la sociedad civil y de organismo internacionales y se conoce en la memoria colectiva como “Las muertas de Juárez”.
Como protesta, la Cruz de Clavos no fue bien recibida por el gobierno del estado, que la retiró al poco tiempo de que se puso. Pero pocos meses después, el grupo 8 de Marzo instaló una nueva cruz, esta vez de manera definitiva.
En un artículo publicado en 2010, Irma Campos, una de las fundadoras del grupo 8 de Marzo, agradeció a los trabajadores que elaboraron las cruces, y recordó las dificultades que tuvieron que enfrentar, especialmente cuando construían una segunda cruz para instalarse en ciudad Juárez:
“Sí hubo entereza, demostrada cuando los trabajadores confeccionaban Ia segunda cruz –Ia que hoy está en el puente fronterizo- y fueron agredidos por un grupo armado con armas largas de hombres enmascarados que aprovecharon la noche para intentar doblegar la solidaridad humana con una causa jurídica y moralmente irrefutable”.
Así que la Cruz de Clavos en el centro de Chihuahua y su gemela en el cruce fronterizo de Ciudad Juárez enfrentaron oposición por parte del gobierno y por parte del crimen organizado. Sin embargo, con gran tenacidad, los grupos feministas y los hombros que colaboraron lograron que ambos antimonumentos se mantuvieran en pie.
Una cruz para la memoria y la reflexión
Irma Campos Madrigal y Jaime García Chávez en su publicación de 2010 “La cruz de clavos” explicaban el significado del monumento: “Cada clavo en la cruz representa una mujer asesinada y se consigna su nombre en los casos donde la víctima ha sido identificada”.
Además, de acuerdo a los activistas, en la cruz “se han colocado diferentes obras: una parte del Guernica de Picasso, donde se observa a una madre llorando por la pérdida de su hija o hijo; un fotograma de “Los olvidados” de Luis Buñuel, el óleo “El grito” de Francisco Toledo el cual representa la verdad, el no quedarse en silencio ante la impunidad, entre otras”.
De alguna manera, la Cruz de Clavos es una obra de arte colectiva que refleja el dolor e invita a la reflexión sobre la violencia que ha sufrido el pueblo de Chihuahua, pero particularmente sus mujeres.
Desde su instauración, se ha convertido en un espacio de expresión pública, rodeandose de mantas, letreros y otras cruces que denuncian más casos de violencia e injusticia padecida por hombres y mujeres de nuestra ciudad y nuestro estado.