En el marco de su 45 aniversario sacerdotal, el presbítero Gustavo Sánchez Prieto compartió para El Heraldo de Chihuahua un poco de lo que ha significado su servicio sacerdotal, y destacó que lo único que tiene tanto para el Señor como para la feligresía es total agradecimiento por la confianza.
Agradeció a Dios el haberle permitido nacer en el seno de una familia católica, pues refirió que el testimonio de sus padres fue imprescindible para cimentar su fe. Igualmente, dio gracias por haber estudiado en el Instituto Regional en donde el ambiente de los jesuitas propició el crecimiento en la fe, así como el mantener el ritmo de la vida cristiana.
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Respecto a la experiencia del Seminario comentó que implicó una serie de retos, ya que fue el primer ordenado luego de las modificaciones que se hicieron en el Concilio Vaticano II, por lo que tuvo que atravesar por diversas maneras de formación sacerdotal, pero logró consagrarse el 21 de julio de 1978.
También, hizo extensivo el agradecimiento a los obispos que han estado al frente de la Diócesis de Chihuahua, pues a lo largo de los años le han conferido “una confianza grande”, pues le han encomendado desde el trabajo por las vocaciones, ir a estudiar a Roma, ser rector del Seminario, estar al frente del Santuario del Padre Maldonado y de la capilla a San Judas Tadeo, y ser vocero de la Arquidiócesis, experiencias que calificó como “muy valiosas”.
Destacó que para él siempre ha sido importante mantener cercanía con las diversas congregaciones religiosas, el encuentro con la gente, el apostolado con los laicos, la participación de los jóvenes, por lo que externó que “a lo largo de estos 45 años no tengo más que decirle a Dios gracias y perdóname, y lo mismo a la comunidad entera, gracias por el apoyo, gracias por la oración”.
Por otra parte, comentó que cada tiempo “ha traído lo suyo” y pese a que actualmente se viven situaciones complejas tanto a nivel nacional como internacional como lo es la violencia, los problemas económicos, políticos y de salud; así como una serie de dinámicas que cuestionan los valores fundamentales y los pilares de la sociedad, además de las situaciones dentro de la vida cristiana, él tiene la firme convicción de que “el Señor no abandona a su Iglesia, el Señor no abandona a ninguno de nosotros, el Señor acompaña”
Detalló que antes de ser ordenado, dentro de sus oraciones le decía a Dios “ahí voy yo y voy porque sé que estás Tú”, por lo que invita a mantener la convicción de que Él continúa acompañando a su Iglesia y a cada uno de sus fieles.
“Él sabía muy bien a quién estaba llamando; yo sabía muy bien a quién me estaba confiando”, añadió dando muestra de la confianza que continúa teniendo de que Dios es quien guía su apostolado, y en cuanto al principal reto dentro de su sacerdocio comentó que “más que los pecados y las faltas de los demás, soy yo mismo”.