Han pasado ocho años desde que Carlos Antonio Perales Carrera desapareció en el municipio de Galeana, en la comunidad de LeBarón. Su madre se mantiene de pie por el amor que le tiene, porque un día va a regresar.
“Si ya me lo desaparecieron una vez y está muerto no lo desaparezcan más, sólo pido que lo dejen donde pueda encontrarlo”, es la súplica que Yesenia Carrera mantiene. El pasado viernes, fue la primera vez que se realizó una búsqueda en vida de Carlos Antonio.
Yesenia, mamá de Carlos Antonio Perales, desaparecido el 29 agosto de 2015 en LeBarón junto con otros seis hombres, cuando instalaba una antena para Fiscalía General del Estado, denunció que los resultados son nulos, las carpetas de investigación no tienen avance y hay pocos elementos que se interesan por realizar su trabajo de investigación.
Cada tres meses acompañada del CEDEHM y de un abogado va a revisar la carpeta de investigación, pero es triste ver que cada vez son más las personas que se unen porque sus hijos desaparecieron. El ver el dolor de tantas familias no lo toman en cuenta las autoridades, ni la sociedad.
Búsqueda con vida
Yesenia comentó que aunque se han hecho otros rastreos, esta fue la primera vez que se realizó una búsqueda en vida, donde se recorrieron varias zonas del poblado de LeBarón en el municipio de Galeana y en el municipio de Buenaventura, donde se pegaron 110 pesquisas, 50 de ellas con la cara de Carlos Antonio donde se ofrece una recompensa de 200 mil pesos para la persona que brinde información veraz que lleve a su localización.
Los otros seis desaparecidos son Miguel Reyes Martínez, José Refugio Gardea Villalobos, Ramón García Betance, Damasio Luna Ceballos, Bogar Uriel Marrufo Alonso y Elizandro González Gardea. Sus familiares no han acudido a la Fiscalía General del Estado y por ende no hay recompensa por ellos.
A la fecha, sólo Yesenia, su hija y su nieto mantienen la búsqueda de Carlos Antonio.
El último rastreo se hizo en el mes de diciembre de 2022 pero ella no pudo acudir debido a que no le avisaron con tiempo. Hace tres semanas viajó a Nuevo Casas Grandes para revisar la carpeta de investigación, “Siempre he estado al pendiente porque se tardan mucho para hacer las cosas y los rastreos”.
En esta ocasión, se pegaron las pesquisas y pidieron permiso en varios locales y tiendas comerciales para pegar la informaciòn, en muchos casos les ofrecieron pegarlas al interior del lugar a fin de que duren más tiempo.
Cuando solicita un rastreo, la Fiscalía responde que debe tener un indicio, es decir, le piden a la familia que ellos realicen la tarea de investigación.
“Tengo que hacer yo el trabajo”, afirmó Yesenia, quien recibe acompañamiento por parte del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres y a través de Gabino Gómez logró hablar con el titular de la Comisión Local de Búsqueda, Víctor Alfredo Hinojos Paredes, quien le dijo que iban a realizar unas diligencias en la zona de Nuevo Casas Grandes.
Uno de los días, el personal de la Comisión Local de Búsqueda la acompañó a la pega de pesquisas, sin embargo lamenta que sean pocos los elementos de esa brigada quienes realmente están comprometidos con el trabajo. Ya que algunos ni siquiera se bajan de las unidades oficiales, observan a lo lejos y se toman fotos para documentar que fueron.
“Son pocos los que participan, pero hay esperanza tras ver que hay ánimo de ayudarla”.
Una súplica para encontrarlo
A esas personas que se lo llevaron, Yesenia no les desea ningún mal, “Si ya lo mataron, sólo pido que lo pongan en un lugar donde yo lo pueda encontrar. No sólo se robaron los sueños de él, sino que se llevaron todos los proyectos de mi vida, de mi hija y de mi nieto”.
Han transcurrido ocho largos años de sobrellevar la ausencia, de ver crecer a su nieto, sentarse a la mesa esperando que llegue a cenar y esperar a verlo entrar. “Cada vez que veo a un joven que se parece, persigo su cara. Todos los sábados estoy con la esperanza de que él me hable y llegue a mi casa”.
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Cada sábado, Carlos Antonio salía del trabajo e iba a su casa a bañarse y a recoger a su hijo para visitar a Yesenia. Ahora ese hijo tiene 15 años, él cada sábado sigue yendo a visitar a la abuela para darle un apapacho a su corazón. “Verlo entrar a mi puerta se me vienen los recuerdos, es idéntico a mi hijo y me abraza como él lo hacía. Pero el dolor sigue vivo porque no recibo los abrazos de Carlos”.
Su nieto, su hija y el amor que tiene por Carlos Antonio la impulsan a sobrevivir.
A la sociedad le pidió empatía, que si alguna vez las ven gritando como locas en la calle no es por gusto, es por dolor, por la ausencia que carcome la vida.