El Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes dio a conocer que algunos de los principales efectos de la desnutrición en niñas, niños y adolescentes son el crecimiento deficiente, las infecciones e incluso la muerte, lo que atenta contra los derechos de las y los menores al acceso a una alimentación suficiente, variada y a la salud.
Sin embargo, la desnutrición infantil no solo es consecuencia de factores económicos, sino que también se presenta como resultado de una ausencia de cultura de alimentación saludable, que debe inculcarse desde el hogar.
Sobre el tema, Daniela Enríquez, especialista en Nutriología, afirmó que durante las primeras etapas de vida las personas definen su desarrollo, desde el crecimiento físico hasta el cognitivo, por lo que es sumamente importante que se les brinden alimentos saludables.
Señaló que una dieta insuficiente puede derivar en problemas asociados a la inmunidad y al desarrollo de los tejidos. Algunos niños presentan cognición deficiente y bajo rendimiento académico debido a que no cuentan con los nutrientes completos que requiere el organismo para desempeñar todas sus funciones.
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No obstante, afirmó que la desnutrición no solo obedece a factores de pobreza o falta de acceso a alimentos suficientes y variados, sino también a la ausencia de una cultura de alimentación saludable. Explicó que la falta de reglas alimentarias desde los primeros años de vida y el mal ejemplo de los padres han provocado que los niños adquieran hábitos inadecuados en su forma de comer desde pequeños.
La nutrióloga expuso que, a pesar de que en las escuelas se inició la promoción de productos saludables en años anteriores, el primer ejemplo se obtiene en la familia. Si los niños no reciben una educación alimentaria adecuada, el resultado natural es que su alimentación se base en lo que conocen en casa.
Esto, añadió, provoca que no solo los niños, sino todos los integrantes de la familia, padezcan obesidad, y esta condición se normalice, ya sea por desconocimiento de las consecuencias o porque resulta más sencillo continuar con el estilo de vida familiar.
Añadió que la obesidad infantil es un factor desencadenante de obesidad adulta, diabetes, hipertensión y otras enfermedades crónicas y trastornos metabólicos. De no atenderse oportunamente, puede convertirse en un grave problema de salud y afectar la calidad de vida de las personas, incluso poniendo en riesgo sus vidas.
Asimismo, indicó que, aunque el niño o niña presente sobrepeso y no haya llegado al nivel de obesidad, el riesgo de desarrollar diabetes y otras enfermedades también es considerable. Por ello, es adecuado que los padres y madres tomen conciencia de la importancia de educar desde el hogar en cuanto a la correcta alimentación.
Enríquez indicó que la desnutrición, en sus distintos niveles, es sin duda una condición más común en la población vulnerable. Sin embargo, también se presenta en otros estratos sociales debido a la falta de educación alimentaria, el alto consumo de productos procesados con pocas propiedades nutricionales, bajos en nutrientes y altos en grasas, carbohidratos y azúcares, que dañan la salud.
Finalmente, puntualizó que por este motivo es importante que los padres y madres acudan a su servicio de salud para solicitar orientación sobre la correcta alimentación y, de ser necesario, atención médica para ellos y sus hijos.