El antropólogo Jorge Carrera Robles, director de la Delegación Estatal del Instituto Nacional de Antropología e Historia, destacó el valor del edificio del Hospital Central Universitario ‘Doctor Jesús Enrique Grajeda’, al tiempo que hizo votos para su pronta restauración, luego del siniestro que sufrió el 19 de julio a causa de una tormenta.
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“La Ley establece que quien es dueño o posesionario de un bien patrimonial, es el responsable. Siendo un monumento histórico, lo que hacemos es exhortar a los responsables, a que al menos tengan una actitud de conservación y cuidado. En el ánimo de darle celeridad a una posible reparación al tercer nivel, nos adelantamos, antes de recibir una propuesta, a hacer sugerencias. De tal manera que nos pongamos de acuerdo lo más rápido posible”, expresó Carrera Robles, al tiempo que dijo que la propuesta la hizo llegar el INAH a las autoridades estatales correspondientes, tres o cuatro días después de que los fuertes vientos y la lluvia torrencial, derribaran unas láminas del tercer piso, un agregado que se sumó a la infraestructura y que no se considera como daño al monumento histórico.
En ese sentido, hizo votos para que haya una intervención rápida, en términos de que hay una pandemia; una necesidad hospitalaria; y que se trata de un monumento histórico, y reiteró que el INAH no es responsable del cuidado y conservación del edificio.
Otro valor histórico que tiene el edificio, es que fue inaugurado por el presidente Porfirio Díaz, que habla de una época, ornamentaciones, momento clave de la Ciudad de Chihuahua, que presentaba un crecimiento increíble a finales del siglo XIX y principio del XX.
Jorge Carrera afirmó que el Hospital Central Universitario, es una joya para los chihuahuenses, en el que se aprecia las arcadas, la luz interna, el patio, que representó un avance increíble para la sociedad chihuahuense de hace más de un siglo.
“Entendamos que el mejor elemento para la conservación de un monumento, es su uso cotidiano; vamos a seguir identificándonos con esos edificios, en la medida de que sean parte de nuestra vida cotidiana, que no queremos edificios de vitrina, porque esos presentan fallas”, expresó.
El antropólogo Carrera, destacó que las autoridades médicas, -en su momento, la Universidad Autónoma de Chihuahua, y el Gobierno del Estado-, son muy buen ejemplo de prácticas positivas de conservación, al involucrar al INAH en pláticas a médicos, enfermeras, alumnos de Medicina, quienes han expresado con sensibilidad sus comentarios y lo que significa el Hospital para ellos. Calificó al edificio de infraestructura de Salud, de los más vinculados a la comunidad.
Relevancia histórica
La ciudad de Chihuahua cuenta con 560 monumentos históricos, entre los que destaca el Hospital Central Universitario, por ser una edificación de finales del siglo XIX, que por esa determinación en cuanto fecha, queda dentro del periodo considerado en la Ley de Monumentos en calidad monumental.
“Fue un edificio muy adelantado para la época que se vivía, que marcó una etapa muy importante en la política de Salud, de atención a enfermedades, que representó una innovación, un proyecto de innovación en los proyectos médicos del estado y de la ciudad, en el tema de pabellones, la luz, con criterios de Salud muy adelantados para la época”, informó el director del INAH Chihuahua, Jorge Carrera Robles.
Lo describió como un edificio originalmente de dos niveles, como una manufactura básicamente de arquitectura de tierra, con mampostería en la piedra de los cimientos, una propuesta arquitectónica bastante consistente.
“Con el paso del tiempo, afortunadamente, lo mejor que le pudo pasar al edificio es nunca dejar de funcionar como hospital, esto lo ha mantenido en términos estructurales muy bien, cualquier detalle, cualquier asunto que se ha presentado en los últimos tiempos, siempre viene la gente de la Dirección del Hospital, para asesoría, para solicitar los permisos correspondientes”, dijo.
Al ser un monumento histórico, esto significa, que el INAH tiene que dictaminar los criterios de su intervención, es decir, que el INAH no es responsable, pero sí regula su intervención. Lo que procede en estos casos es que el dueño o el posesionario del bien, hace un proyecto y lo presenta al INAH, y luego el INAH contesta con una serie de consideraciones si está a favor, condicionando ciertas cosas, pero si no respeta los materiales, la arquitectura, si están haciendo intervenciones indebidas, en términos de imagen, contexto, alturas, se jerarquizan otras cosas y no propiamente lo que le da el valor patrimonial al bien, entonces, se dice que no procede.
“Para evitarnos estas circunstancias, después del siniestro que se presentó, a los tres o cuatro días le hicimos llegar a la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado, quien es la dependencia encargada de este inmueble, una serie de recomendaciones de la intervención que pudiera darse, enfocadas al tercer nivel, que fue un añadido. Realmente no hay un daño al monumento histórico propiamente, lo que hay es un daño a una estructura sobrepuesta al edificio original, que debe tener aproximadamente sesenta o setenta años, ante el incremento de la demanda del servicio médico, por el aumento de la población”, señaló el antropólogo Carrera.
Sobre el tema de los daños al icónico edificio, manifestó que no está en riesgo la estructura original, por lo que incluso recomendó el uso de materiales más sólidos, que den más garantía de funcionabilidad y temporalidad a la intervención que se dé.
“La importancia es que no hubo daños humanos; en términos de patrimonio cultural, no hay daños al inmueble. Lo que hay es daños a un tercer nivel, que además tiene capacidad de ser reversible, que se puede tener de nueva cuenta, sin ningún problema”, concluyó.