Decenas de tarahumaras, danzaron por horas y destrozaron a un muñeco de trapo que representaba a Judas Iscariote, para poder expulsar al mal del asentamiento tarahumara Oasis, ubicado en la ciudad de Chihuahua.
En una tradicional celebración en donde predominan los tambores, las danzas y las bebidas como el tesgüino y la cerveza, el asentamiento tarahumara Oasis se convirtió en el escenario de la representación de la lucha del bien contra el mal.
En el pato central del lugar rodeado por las colonias Martín López y Esperanza, se congregan decenas de hombres, mujeres y niños, todos pertenecientes a esa etnia originaria de Chihuahua, y para prepararse para destrozar y quemar la representación de Judas.
Toda esta ceremonia se realiza dentro del marco de la Semana Santa, en donde los rarámuris mezclan sus tradiciones con las celebraciones católicas, para ofrecer ese pintoresco espectáculo.
Entre las danzas y las bebidas alcohólicas, se inicia con la batalla entre Pintos y Fariseos, y aunque se trata de una representación, la sangre entre los participantes, se deja ver casi de inmediato.
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Con taparrabos, trajes de manta, palos, armas hechizas de manera, así como con sus cuerpos pintados, los participantes comienzan a pasear por todo el asentamiento al lagarto hecho de trapo que representa a Judas Iscariote, quien a su vez representa el mal.
Mientras transcurren las danzas, la lucha entre Pintos y Fariseos, la destrucción y quema de Judas el traidor, así como los gritos, cantos y golpes de tambor, las mujeres rarámuris se embriagan hasta quedar tiradas en el piso junto a varios hombres que también terminan bastante ebrios desde antes de culminar la celebración.
Este tipo de celebraciones se repiten en otros asentamientos y comunidades rarámuris, pues tras la evangelización, poco a poco se han ido mezclando las tradiciones y protocolos religiosos de la principal etnia chihuahuense.