/ martes 10 de mayo de 2022

Esta pandemia les brindó la oportunidad de conocer a sus hijos

Para ellas la profesión más difícil y para la que no hay escuela, es la de ser mamá, es una profesión a veces muy poco considerada, pues además de ser profesionistas deben “estirar” su tiempo para cumplir con su empleo, su casa, su familia, amigos y los hijos

“A mí la pandemia me ayudó mucho. Claro que nadie la festeja, pero yo siento que aprendí a conocer más a mi hijo, a mejorar mi relación con él y tener una relación de mayor calidad”, afirmó Emma Lilia, quien al igual que Ana y Rocío, se convirtieron en maestras, enfermeras, psicólogas, administradoras, mucamas, cocineras, y experimentaron un sinfín de facetas para lograr ser las mejores madres de familia durante la pandemia.

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Para ellas la profesión más difícil y para la que no hay escuela, es la de ser mamá, es una profesión a veces muy poco considerada, pues además de ser profesionistas deben “estirar” su tiempo para cumplir con su empleo, su casa, su familia, amigos y los hijos. La jornada de trabajo es interminable.

El confinamiento a causa de la pandemia por el virus SARS CoV2 les permitió conocer a fondo a sus hijos, disfrutar del tiempo con calidad y descubrir que son capaces de alcanzar sus sueños.


Horacio Chávez | El Heraldo de Chihuahua


Emma Lilia Armendáriz Martínez es profesionista y madre de Rubén Eduardo un joven con discapacidad, para quien las rutinas eran esenciales, al igual que la terapia. “Estos años de pandemia han sido difíciles, el ritmo era más despacio, la batallamos, la sufrimos, pero también la sobrevivimos”.

Para Emma, maestra de profesión y vocación, ser mamá siempre fue un sueño, incluso deseaba tener una familia enorme, planeaba tener hasta seis hijos. Su primer embarazo no fue muy planeado, pero el bebé sí muy deseado, tanto por ella como por su pareja. Estaban muy ilusionados con la llegada del pequeño Rubén Eduardo. A los cinco meses y medio de embarazo le dijeron que el niño tenía problemas.

Rubén tiene hidrocefalia congénita, “Es un caso considerado raro, de esos que pasan de uno en un millón y yo fui la suertuda que me lo gané”. Desde ese momento su vida cambió, sabía que no sería sencillo, tendría que lidiar con diversas cirugías para colocar válvulas en los conductos por donde pasa el líquido cefalorraquídeo. Lamentablemente no todos los corazones están preparados para una situación así, fue entonces que se convirtió en mamá soltera.

La lucha para que su hijo fuera feliz inició desde entonces, por las noches recibía terapias con música y luz, creando un vínculo aún más estrecho con ese bebito. Ahora tiene 17 años, Rubén no habla, Emma es su traductora.


Horacio Chávez | El Heraldo de Chihuahua


La vida transcurrió entre escuelas regulares y terapias diarias, Emma siempre trabajó para darle a Rubén lo que necesitaba, pues tener un hijo con discapacidad es costoso. “Yo siempre trabajé, a veces en la mañana y en la tarde, afortunadamente cuento con una red de apoyo maravillosa, una familia preciosa y amigos que no nos han dejado, yo siempre he sentido que Rubén ha estado incluido”.

Emma relata que Rubén cursa la secundaria en el CAM 7009, acudía diariamente, pero con la pandemia su rutina se vio severamente afectada. “Cuando nos encierran si la batallamos mucho, vivimos muchas etapas, incluso enfermamos de Covid-19 y fue el momento más angustioso”.

Los primeros seis meses de encierro Emma se sentía desesperada, pues su hijo no entendía por qué no podía ir a la escuela al punto que tenía que ponerle el uniforme para estar en casa. “Él es muy de rutinas, y la escuela en línea nos funcionó muy bien, porque se organizaron para darnos la oportunidad de que los muchachos trabajaran a su ritmo”. Les mandaban tareas y debía entregarse evidencia.

Luego vino la etapa de depresión, donde no había ganas para hacer nada, ni siquiera levantarse de la cama, Emma tenía que hacer grandes esfuerzos para que aceptara hacer las cosas. “Él empezó a rechazar la terapia, la tarea, empezaron los problemas de conducta y negatividad”.

En su faceta de psicóloga pensé que la tablet era una buena idea para negociar y evitar enojos, ahora reconoce que fue un error, pues como mamá siempre cuidó las rutinas y con la tableta toda desapareció.

Llegó el tiempo de regresar a la escuela, pero Rubén tenía pavor salir a la calle, pues Emma trabajó tanto la idea de que debían permanecer en casa que ahora no quería salir por temor al virus. Emma y Rubén enfermaron de Covid-19 y sufrieron a causa de la fiebre y otros malestares.

Emma reconoce que como madre nunca tuvo tanta angustia como ese día que le dijeron que Rubén era positivo a Covid, pues ella se sentía culpable, ella lo había contagiado.

“La pandemia me dio la oportunidad de dedicarle más tiempo a mi hijo, descubrí cosas que no sabía de Rubén, ahora sé que es capaz de hacer más cosas, creo que muchas veces yo hice las cosas por él”.

Relató que al tener ella que trabajar y él ir a la escuela terminaba dándole almuerzo para terminar rápido, pero ahora Rubén puede hacerlo solo, tomándose su tiempo pero de manera independiente.

“Ser mamá en pandemia me permitió ver el abanico de posibilidades que tiene mi hijo y valorar todas sus capacidades”, afirmó Emma.

Al igual que ella, Rocío Amaya y Ana Escobar tuvieron que hacer malabares para sacar adelante a sus hijos, sin descuidar su empleo.

Rocío también es mamá soltera y en su trabajo le prestaron una computadora para hacer home office, pero tuvo que endeudarse para adquirir una tableta para que su hijo Matías, quien cursaba el primer grado de primaria, pudiera tomar sus clases en línea.

Estar en casa durante el confinamiento le ayudó a conocer las habilidades de su pequeño, “Mi hijo es más fuerte, ambos nos apoyábamos para poder cumplir con todo”.

Esta joven madre relató que el primer grado de su pequeño fue muy difícil, pues aunque estaba en casa no podía estar todo el tiempo con él conectado en la clase, porque en la escuela les establecieron horario de clase.

Horacio Chávez | El Heraldo de Chihuahua

“Fue difícil porque en ocasiones yo estaba conectada en una junta en el trabajo y él me pedía ayuda, eso me frustraba. Trataba de compensar el tiempo, pero encerrados teníamos que ingeniarnos la manera de que pudiera avanzar sin estrés”.

Hubo momentos en que la paciencia se acababa, “Estaba acostumbrada a dejarlo en el preescolar y en la guardería, para dedicarme al trabajo y entonces todo cambió, se me incrementó el trabajo en casa, me convertí en maestra y empleada a la vez”.

Relata que terminaba exhausta, pues en su trabajo no había horario, llegó hasta el burnout, un estado de agotamiento mental, emocional y físico.

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Esta madre de familia reconoce que la pandemia resultó agobiante, pues además de la escuela de su hijo, la estresaban las malas noticias que a diario recibía, pues eran muertos tras muertos. A pesar de todo ello considera que fue un espacio para disfrutar su maternidad y estrechar el vínculo con su hijo.

Por su parte Ana Escobar detalló que ser madre siempre estuvo en sus metas personales, ella es madre de Luis y Tomás. Durante la pandemia sufrió la separación de su pareja sentimental y la situación se tornó difícil. Económica y emocionalmente, pues a ello se sumó la ansiedad del encierro y la poca paciencia que tenía para guiar a sus hijos en su proceso educativo.

A dos años de distancia, voltea y se da cuenta que fue un proceso de cambio duro, pero que permitió cultivar su paciencia y dedicación a sus hijos. Emprendió un negocio de venta de ropa para costear todas las necesidades del hogar y con satisfacción reconoce que el dolor y el amor a sus hijos la impulsaron a salir avante.

Ellas son madres de familia, como hay tantas en la sociedad de Chihuahua, quienes a diario ponen su mayor esfuerzo para sacar adelante a sus hijos e hijas. A todas las madrecitas muy feliz día.


“A mí la pandemia me ayudó mucho. Claro que nadie la festeja, pero yo siento que aprendí a conocer más a mi hijo, a mejorar mi relación con él y tener una relación de mayor calidad”, afirmó Emma Lilia, quien al igual que Ana y Rocío, se convirtieron en maestras, enfermeras, psicólogas, administradoras, mucamas, cocineras, y experimentaron un sinfín de facetas para lograr ser las mejores madres de familia durante la pandemia.

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Para ellas la profesión más difícil y para la que no hay escuela, es la de ser mamá, es una profesión a veces muy poco considerada, pues además de ser profesionistas deben “estirar” su tiempo para cumplir con su empleo, su casa, su familia, amigos y los hijos. La jornada de trabajo es interminable.

El confinamiento a causa de la pandemia por el virus SARS CoV2 les permitió conocer a fondo a sus hijos, disfrutar del tiempo con calidad y descubrir que son capaces de alcanzar sus sueños.


Horacio Chávez | El Heraldo de Chihuahua


Emma Lilia Armendáriz Martínez es profesionista y madre de Rubén Eduardo un joven con discapacidad, para quien las rutinas eran esenciales, al igual que la terapia. “Estos años de pandemia han sido difíciles, el ritmo era más despacio, la batallamos, la sufrimos, pero también la sobrevivimos”.

Para Emma, maestra de profesión y vocación, ser mamá siempre fue un sueño, incluso deseaba tener una familia enorme, planeaba tener hasta seis hijos. Su primer embarazo no fue muy planeado, pero el bebé sí muy deseado, tanto por ella como por su pareja. Estaban muy ilusionados con la llegada del pequeño Rubén Eduardo. A los cinco meses y medio de embarazo le dijeron que el niño tenía problemas.

Rubén tiene hidrocefalia congénita, “Es un caso considerado raro, de esos que pasan de uno en un millón y yo fui la suertuda que me lo gané”. Desde ese momento su vida cambió, sabía que no sería sencillo, tendría que lidiar con diversas cirugías para colocar válvulas en los conductos por donde pasa el líquido cefalorraquídeo. Lamentablemente no todos los corazones están preparados para una situación así, fue entonces que se convirtió en mamá soltera.

La lucha para que su hijo fuera feliz inició desde entonces, por las noches recibía terapias con música y luz, creando un vínculo aún más estrecho con ese bebito. Ahora tiene 17 años, Rubén no habla, Emma es su traductora.


Horacio Chávez | El Heraldo de Chihuahua


La vida transcurrió entre escuelas regulares y terapias diarias, Emma siempre trabajó para darle a Rubén lo que necesitaba, pues tener un hijo con discapacidad es costoso. “Yo siempre trabajé, a veces en la mañana y en la tarde, afortunadamente cuento con una red de apoyo maravillosa, una familia preciosa y amigos que no nos han dejado, yo siempre he sentido que Rubén ha estado incluido”.

Emma relata que Rubén cursa la secundaria en el CAM 7009, acudía diariamente, pero con la pandemia su rutina se vio severamente afectada. “Cuando nos encierran si la batallamos mucho, vivimos muchas etapas, incluso enfermamos de Covid-19 y fue el momento más angustioso”.

Los primeros seis meses de encierro Emma se sentía desesperada, pues su hijo no entendía por qué no podía ir a la escuela al punto que tenía que ponerle el uniforme para estar en casa. “Él es muy de rutinas, y la escuela en línea nos funcionó muy bien, porque se organizaron para darnos la oportunidad de que los muchachos trabajaran a su ritmo”. Les mandaban tareas y debía entregarse evidencia.

Luego vino la etapa de depresión, donde no había ganas para hacer nada, ni siquiera levantarse de la cama, Emma tenía que hacer grandes esfuerzos para que aceptara hacer las cosas. “Él empezó a rechazar la terapia, la tarea, empezaron los problemas de conducta y negatividad”.

En su faceta de psicóloga pensé que la tablet era una buena idea para negociar y evitar enojos, ahora reconoce que fue un error, pues como mamá siempre cuidó las rutinas y con la tableta toda desapareció.

Llegó el tiempo de regresar a la escuela, pero Rubén tenía pavor salir a la calle, pues Emma trabajó tanto la idea de que debían permanecer en casa que ahora no quería salir por temor al virus. Emma y Rubén enfermaron de Covid-19 y sufrieron a causa de la fiebre y otros malestares.

Emma reconoce que como madre nunca tuvo tanta angustia como ese día que le dijeron que Rubén era positivo a Covid, pues ella se sentía culpable, ella lo había contagiado.

“La pandemia me dio la oportunidad de dedicarle más tiempo a mi hijo, descubrí cosas que no sabía de Rubén, ahora sé que es capaz de hacer más cosas, creo que muchas veces yo hice las cosas por él”.

Relató que al tener ella que trabajar y él ir a la escuela terminaba dándole almuerzo para terminar rápido, pero ahora Rubén puede hacerlo solo, tomándose su tiempo pero de manera independiente.

“Ser mamá en pandemia me permitió ver el abanico de posibilidades que tiene mi hijo y valorar todas sus capacidades”, afirmó Emma.

Al igual que ella, Rocío Amaya y Ana Escobar tuvieron que hacer malabares para sacar adelante a sus hijos, sin descuidar su empleo.

Rocío también es mamá soltera y en su trabajo le prestaron una computadora para hacer home office, pero tuvo que endeudarse para adquirir una tableta para que su hijo Matías, quien cursaba el primer grado de primaria, pudiera tomar sus clases en línea.

Estar en casa durante el confinamiento le ayudó a conocer las habilidades de su pequeño, “Mi hijo es más fuerte, ambos nos apoyábamos para poder cumplir con todo”.

Esta joven madre relató que el primer grado de su pequeño fue muy difícil, pues aunque estaba en casa no podía estar todo el tiempo con él conectado en la clase, porque en la escuela les establecieron horario de clase.

Horacio Chávez | El Heraldo de Chihuahua

“Fue difícil porque en ocasiones yo estaba conectada en una junta en el trabajo y él me pedía ayuda, eso me frustraba. Trataba de compensar el tiempo, pero encerrados teníamos que ingeniarnos la manera de que pudiera avanzar sin estrés”.

Hubo momentos en que la paciencia se acababa, “Estaba acostumbrada a dejarlo en el preescolar y en la guardería, para dedicarme al trabajo y entonces todo cambió, se me incrementó el trabajo en casa, me convertí en maestra y empleada a la vez”.

Relata que terminaba exhausta, pues en su trabajo no había horario, llegó hasta el burnout, un estado de agotamiento mental, emocional y físico.

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Esta madre de familia reconoce que la pandemia resultó agobiante, pues además de la escuela de su hijo, la estresaban las malas noticias que a diario recibía, pues eran muertos tras muertos. A pesar de todo ello considera que fue un espacio para disfrutar su maternidad y estrechar el vínculo con su hijo.

Por su parte Ana Escobar detalló que ser madre siempre estuvo en sus metas personales, ella es madre de Luis y Tomás. Durante la pandemia sufrió la separación de su pareja sentimental y la situación se tornó difícil. Económica y emocionalmente, pues a ello se sumó la ansiedad del encierro y la poca paciencia que tenía para guiar a sus hijos en su proceso educativo.

A dos años de distancia, voltea y se da cuenta que fue un proceso de cambio duro, pero que permitió cultivar su paciencia y dedicación a sus hijos. Emprendió un negocio de venta de ropa para costear todas las necesidades del hogar y con satisfacción reconoce que el dolor y el amor a sus hijos la impulsaron a salir avante.

Ellas son madres de familia, como hay tantas en la sociedad de Chihuahua, quienes a diario ponen su mayor esfuerzo para sacar adelante a sus hijos e hijas. A todas las madrecitas muy feliz día.


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