Este cuarto domingo de Cuaresma en preparación rumbo a la Pascua, el arzobispo don Constancio Miranda Weckmann exhortó a los católicos a vivir la alegría, la reconciliación y el perdón.
Este domingo se reflexionó la parábola de San Lucas, del padre misericordioso, donde un padre tenia dos hijos, el menor que le pide la parte de la herencia que le corresponde y el otro que ha estado fiel a su lado pero más interesado por los bienes que por el padre. Aunque los hijos están encandilados por los bienes, el padre está enamorado de sus hijos.
El jerarca de la iglesia católica señaló que el Padre no mira nuestras faltas sino que primero ve al hijo. “Dios Padre siempre se alegra con el regreso del hijo, desea que participemos con alegría en el festejo del regreso”.
Ante los feligreses reunidos en la Catedral Metropolitana de Chihuahua los invitó a que en este tiempo de Cuaresma piensen en que el Padre Dios espera el regreso de sus hijos, porque ofrece a manos llenas el perdón, “El Padre se alegran cuando regresamos porque optamos por beber de las fuentes de la gracia que hemos perdido a consecuencia del pecado”.
Don Constancio Miranda les dijo a los fieles católicos que pidan a Dios que toque sus corazones para reconocer como ese hijo prodigo que necesitan reconciliarse con él y volver a su casa.
“Que nos conceda la luz para revisar nuestras vidas y hacer una buena confesión para volver llenos de gozo y alegría a recibir las gracias que Dios nos tiene preparadas”.
Así mismo agregó que Dios siempre es un Padre misericordioso que espera con los brazos abiertos, sin importar el tamaño de los pecados, porque para él lo importante es el valor del arrepentimiento.
Además elevaron una plegaria para evitar tener la actitud del hermano mayor, a no ser arrogantes y no querer ver que vuelvan a Dios, pues dijo que cuando se vuelven jueces implacables de la conducta de los demás están siendo como ese hijo mayor.
Por eso Jesús en esta Cuaresma llama a que puedan encontrar el amor del Padre.
La Cuaresma está marcada por el dolor de los pecados, pero también por un corazón arrepentido que en este tiempo tiene la esperanza del sacramento de la reconciliación que abre la puerta al sacramento de la eucaristía.
Al termino de la eucaristía los presentes se consagraron a la Virgen María para que ruegue e interceda por todos.