Entre el 75 y 80 por ciento de los narcotraficantes en todo el país son adeptos a la Santa Muerte, sin embargo este porcentaje se concentra más en los estados del centro y sur de México, como una forma de protección personal, que se ha extendido por todo el continente americano, principalmente en el Centro y Sudamérica.
El Dr. en Sistemas Penales y Política Criminal, José Carlos Hernández, explicó que alrededor de ésta y otras figuras, incluso mismos líderes de cárteles, se torna una deificación por sus actos, "que son considerados como heroicos".
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El entrevistado señaló que en Chihuahua no se tiene conocimiento como tal de que se practique el satanismo o narco satanismo, sin embargo en otros estados de la república existe la llamada "santimonia criminal", o satánicos criminales, que tienen vinculación con cuestiones oscuras.
Ejemplificó que en Michoacán se ha sabido de este tipo de actos, en los que "existe una tendencia de destrucción que se está poniendo muy de moda, que es la llamada antropofagia criminal, lo que antes se llamaba canibalismo.".
Agregó que esta conducta sociópata "de destrucción y desaparición total de un ser humano, se comete cuando el sociópata come partes u órganos esenciales del cuerpo de la víctima, como un acto de dominación, de control y demostración de poder".
Añadió que en quienes cometen este tipo de actos, "existe un empoderamiento y despersonalización de los valores, que alguien pudiera tener".
Señaló que esto, no solamente se relaciona con el consumo de drogas y alcohol, sino en forma conjunta (con la despersonalización de valores) se permite que estos actos tan atroces se materialicen, o se lleven a cabo.
El Dr. José Carlos Hernández expuso que el consumo de drogas causa más afán de poder y de destrozo, pero algo muy importante, "la maldad humana, es gradualmente perversa e irreversiblemente nociva".
Explicó que esto significa, que el ser humano "busca cada vez más, inventa dentro de su 'psique' nuevas formas de destrucción del ser humano".
En esto, "existe por una personalidad criminal de tan alto nivel y con tanto nivel destructor que no tiene ninguna posibilidad de una adaptación social, de una correcta normalización o aceptación de las reglas sociales".
En este contexto, añadió que el ser humano busca cada vez nuevas formas de destrucción y de impacto hacia los grupos "contrarios".