Hoy se conmemora el natalicio de Juan Quezada Celado quien fue pionero en la cerámica de Mata Ortiz, dejando un gran legado a nivel local, nacional e internacional siendo consideradas sus piezas arte único que transporta a través del tiempo y conecta con las raíces prehispánicas, y actualmente dan la vuelta al mundo, asimismo, su talento lo catapultó a escenarios de talla mundial, siendo acreedor a múltiples premios y reconocimientos al exponer sus obras en museos de renombre.
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El maestro alfarero murió el 01 de diciembre del 2022 a los 82 años de edad debido a un accidente automovilístico; es de destacar que antes de su deceso recibió varias distinciones que se le otorgaron, entre ellas se pueden mencionar el homenaje organizado por el Museo de las Culturas del Norte y placa conmemorativa otorgada por el Gobierno del Estado de Chihuahua en 1998; también el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Artes y Tradiciones Populares otorgado por la Secretaría de Educación Pública en 1999.
Otras condecoraciones fueron el Galardón Pantaleón Panduro en reconocimiento a su trayectoria como alfarero, otorgado por el Ayuntamiento de Tlaquepaque, Jalisco, en el año 2000, asimismo, el reconocimiento como Chihuahuense Distinguido por el Gobierno del Estado de Chihuahua en 2014.
Infinidad de obras de Juan Quezada han formado parte diversas exposiciones de museos de Estados Unidos y Europa, aparte de tener un espacio en la colección de culturas del norte del Museo Nacional de Antropología e Historia en la Ciudad de México.
La historia del impulsor de la alfarería inició a los 15 años de edad cuando regaló tres ollas a unos comerciantes de ropa para que éstos las vendieran en Estados Unidos, al paso del tiempo le pidieron más y más ollas hasta que un día lo visitó el antropólogo Spencer MacCallum, quien había descubierto las ollas de Quezada en una tienda de segunda mano en Deming, Nuevo México y preguntando por su origen decidió viajar desde San Pedro, California hasta Palomas y finalmente Casas Grandes.
Al conocer a Quezada le ofreció un apoyo económico mensual para que continuara su producción, le recomendó no enterrar las ollas, práctica que hacía Quezada para avejentarlas con el objeto de venderlas como si fuesen hallazgos arqueológicos, contrario a esta práctica, le recomendó firmar sus artesanías para evitar problemas. La modalidad de arte individual firmado permitió incrementar el valor de las piezas en gran medida.
Durante varios años, resultado de la observación de los colores y los patrones geométricos de la cerámica aridoamericana fue perfeccionando su técnica, añadiendo un poco de arena en la mezcla para evitar que se fragmentara.
Por otra parte, con información de César Muñoz indica que don Juan Quezada nació en Totuaca, tenía sólo un año cuando sus nueve hermanos, su madre y su padre quien, al ver poco porvenir, decidió aceptar la aventura de convertirse en ferrocarrilero, así la familia Quezada se mudó al pequeño poblado de Mata Ortiz ubicado en el desierto de Chihuahua, municipio de Casas Grandes, donde a sus 14 años descubriría su gran pasión.
En su inicio comenzó a confiar más en sus sentidos y prestar atención a lo que parecía nadie observar, llevándolo a detectar los vestigios de una antigua civilización que atrajo completamente su atención.
Los fragmentos de vasijas enterrados por siglos que constantemente encontraba sólo alentaban su imaginación y poco a poco logró develar el secreto perdido de los paquimenses al mezclar tierra, agua, fuego y el talento de un genio para formar esas fabulosas vasijas que asombraba y continua haciéndolo a los coleccionistas de todo el mundo, ya que no habían vuelto a ser creadas desde la caída de la gran Paquimé y así su obra redefinió el modelo de las vasijas de barro estilo Paquimé que lo posicionarían como el gran maestro de la cerámica en México.