Durante este domingo, el arzobispo Constancio Miranda Weckmann, presidió la santa misa de la Solemnidad de la Epifanía del Señor, llamada también la fiesta de los Reyes Magos.
En la primera lectura se describió cómo el profeta Isaías lleno de entusiasmo anuncia a los israelitas que vuelven del exilio de Babilonia a un futuro luminoso; en la segunda lectura se escuchó cómo se hace realidad la profecía del profeta Isaías en la primera lectura, "porque el Evangelio de Jesús llega a todo el mundo sin ninguna exclusión".
El obispo explicó que este 8 de enero se celebraba la solemnidad de la epifanía, comúnmente llamada la fiesta de los Reyes Magos. "Epifanía quiere decir manifestación. Hoy la iglesia conmemora la primera manifestación del hijo de Dios hecho hombre, al mundo pagano; ya se había manifestado a María y José, a los pastores y otra gente en el entorno, y hoy se manifiesta a unos extranjeros, a unos magos, dice, venidos de Oriente, al mundo pagano, porque Dios no vino solo para los de su raza, para los de su pueblo, para los judíos, sino para todas las naciones, de entre ellos para nosotros", expuso.
Asimismo, Miranda Weckmann señaló que esta fiesta celebra, proclama el alcance universal, de la misión de Cristo que viene al mundo para cumplir las promesas hechas a Israel, a la humanidad, y llevar a cabo la salvación del género humano.
El arzobispo, detalló que en el evangelio de hoy se relata que unos magos llegaron a Jerusalén, pensando que quizá era el término de su viaje, pero en la gran ciudad donde debería estar el Rey, no encuentran al recién nacido, sino en Belén.
"Los caminos de Dios no siempre son los caminos de nosotros, los caminos de los hombres, frecuentemente el camino de Dios es diverso; nosotros, como los Magos -y eso le pedimos al Señor-, nos hemos puesto en camino, hemos visto la estrella, Dios nos ha llamado por la fe, y hemos ido en su búsqueda", indicó.
En este sentido, el obispo destacó que los fieles católicos se han dado cuenta que Jesús no está en la soberbia que nos separa de Díos, ni en la falta de caridad que nos aísla de nuestros hermanos. "Debemos encontrar las verdaderas señales que llevan al niño Dios, en estos Magos llamados a adorar a Jesús; estaría bueno que nos reconociéramos a nosotros mismos, que nos hemos encaminado, por la fe, a través de los quehaceres diarios", añadió.
Ante esto, el líder eclesiástico invitó a adorar al Señor con todo lo que somos y tenemos, a ofrecerle nuestros dones de la disponibilidad, de la oración, de la recepción de los sacramentos, del encuentro fraternal con nuestros hermanos para que ese sea un verdadero tributo de alabanza a Dios, nacido en Belén.