El arzobispo Constancio Miranda Weckmann, celebró la santa misa en el quinto domingo de Pascua, en el marco de la festividad de San Isidro, en el Día del Maestro, desde la Catedral Metropolitana de Chihuahua, en la que exhortó a vivir la alegría de la Pascua de Jesús Resucitado y a vivir en el amor fraternal bajo la enseñanza cristiana ‘Que se amen los unos a los otros, como yo los he amado’.
“En medio de un mundo que no ama, hay un grupo de cristianos que ha recibido, el testamento de amarse los unos a los otros. En medio de una sociedad dividida, hay un espacio de fraternidad. Cuando vemos que todo invita al egoísmo, al provecho personal, hay personas que realizan en la comunidad un servicio de animación fraternal”, expresó el arzobispo Miranda en su homilía.
Al referirse al evangelio de este domingo, mencionó que la primera impresión es de optimismo, se respira la alegría que brota de Cristo Resucitado. En la Palabra, Lucas describe una comunidad que reboza de actividad apostólica y que siente satisfacción por lo que Dios hace en ella, los gentiles se convierten al evangelio, y el trabajo misionero viene siendo una satisfacción y no una frustración, lo que hacen los apóstoles, dan frutos inmediatamente.
“Esa comunidad recibe la herencia el amor fraterno, ‘que se amen los unos a los otros, como yo los he amado’. Y en el Apocalipsis, contemplamos una comunidad que tiene una perspectiva final, un Cielo nuevo y una tierra nueva, con un Dios cercano que vive en medio de ella, y que enjugará las lágrimas de todos los rostros”, afirmó monseñor Miranda.
Y cuestionó, “Queridos hermanos, valdría la pena que nos hiciéramos esta pregunta, este cuadro utópico que nos presenta la Palabra de Dios, ¿es real o es imaginario? Claro que sabemos que es verdad, que no es algo imposible. En la Pascua, hemos aprendido a vivir alegres, vale la pena ser optimista, la Pascua que es un acto continuado de siete semanas, es un acto de fe en la vida nueva y en la presencia de Jesús Resucitado nos hace gritar que el Señor vive y el que hace que vivamos alegres, a pesar de las dificultades que vivimos todos a diario”, dijo.
Constancio Miranda aseveró que la feligresía católica cree en un Dios que enjugará las lágrimas, en un mundo donde no habrá pena, ni muerte, ni llanto.
“No es una huida al futuro, sino que ya está presente en la comunidad que vivimos, porque ya somos hijos de Dios. Constatamos cómo la comunidad pascual ya empieza a vivir de esa novedad, a vestirse como la novia arreglada para su esposo, de fiesta, de alegría”, mencionó.
Durante las intenciones, monseñor Miranda ofreció la misa a todos los campesinos, en el día de San Isidro Labrador, para que el Señor, les conceda la lluvia para sus campos y producción en sus cosechas. También, en voz de los fieles, se pidió por los maestros y todos los trabajadores de la Educación, para que el Señor, camino y verdad de vida, los asista y sean conscientes de la gran responsabilidad que tienen en sus manos.