Durante las primeras horas del martes 19, un contingente de venezolanos de aproximadamente 500 indocumentados, arribó a ciudad de Chihuahua, con la única intención de continuar con su destino y llegar a la frontera de Juárez y finalmente cruzar a los Estados Unidos, donde buscarán mejores oportunidades de vida.
Niñas, niños, adultos, mujeres embarazadas y de todo tipo de personas, han recorrido más de 4 mil 000 kilómetros, enfrentando condiciones adversas, peligros y obstáculos logísticos en el camino. Son quienes “montan” estos trenes y quienes aseguran que tardaron por lo menos un mes para poder llegar al estado de Chihuahua, donde buscarán mejores condiciones de vida para ellos y sus familias que vienen huyendo de lo que conocen como crisis económica, política dentro de su país de origen.
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La mayoría de los migrantes venezolanos han dejado atrás todo lo que tenían en su país natal: sus hogares, trabajos y posesiones. Ahora, se aferran a la esperanza de encontrar refugio en México y, eventualmente, establecerse en los Estados Unidos en busca de una vida más segura y próspera, sin embargo, esto se podría ver derrumbado, ante la decisión de Grupo México, quien optó por suspender 60 trenes en el país, ante el alto número de indocumentados que están utilizando este medio de trasporte para cruzar el país.
Estas personas vienen desde Venezuela con la esperanza de conseguir una mejor vida para ellos y sus familiares, quienes en muchas de las ocasiones viajan juntos hacia la frontera con Estados Unidos, utilizando las rutas ferroviarias o transportes como el servicio de Didi y Uber para llegar más cerca de su destino.
Los migrantes llevan un mes y siete días de viaje, sobrevivido con el poco dinero que trajeron con ellos, así como aceptando trabajos carga pesada a bajos precios solo para conseguir víveres necesarios para soportar un día más en el viaje al llamado sueño americano.
“Tuve que dejar a mi esposa y a mi bebe de seis meses”, contó uno de los hombres que espera con ansias la retoma de las operaciones por parte de los ferroviarios, esperando que llegar a su destino y lograr enviar el sustento necesario para que su familia en Venezuela tengan una mejor calidad de vida.
“Mi hija cumplió un año el día 16 de este mes, y mi hijo cumplió seis años el mismo día que fui”, comentó uno Antonio, un joven que desea que sus hijos tengan un buen futuro, comentó que se encuentra triste todos los días por que siente que abandono a su familia, y que en muchas ocasiones se ha visto tentado a devolverse, no obstante, dice que en su país no tiene oportunidades para crecer para lograr darles un futuro a sus hijos.
Entre los muchos lamentos e historias que se cuentan en esta caravana de migrantes se encuentran los padres que luchan por que sus hijos tengan una buena educación; asimismo, familias completas emprendieron este difícil trayecto hacia la frontera.
Este es el caso de la familia Hernández, quienes viajan con su hija de 14 años y un niño de apenas 8 años de edad, los cuales juegan entre las vías saludando y haciendo amistad con otros de los niños que acompañan a sus padres en este viaje, que por el momento pareciera ser interminable.
“Fueron alrededor de 12 horas las que duramos para llegar desde Torreón hasta acá” contó uno de los migrantes, quien esperaba a que se llegará la hora para reanudar su viaje, “nos vinimos todos juntos en un mismo tren, así estamos más seguros”.
Estas familias venezolanas llegaron a Chihuahua durante la madrugada de martes 18 de septiembre desde Torreón, utilizando los carros del ferrocarril de Grupo México para transportarse.
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Una vez que el tren paro su trayecto en la capital, los venezolanos salieron por la mañana a conseguir los suplementos necesarios para sobrellevar la espera que tomaría el que los ferrocarriles tomaran su ruta; muchos de ellos utilizaron la llave de agua cercana a las vías para sofocar el calor de la tarde.
Según estos visitantes momentáneos de la capital, las autoridades policiales de Chihuahua han sido muy amables y hospitalarios con ellos en comparación a los agentes con los que les tocó lidiar al sur de México, donde les cobraban alrededor de 800 dólares por cabeza el pasar por cualquier lugar, además de haber sufrido robos y violencia por parte de estos elementos.
Por otro lado, señalan con alegría como loa personas encargadas de Ferromex los recibieron y los dejaron descansar durante la noche en los vagones vacíos, mientras esperan la reanudación de las labores de los ferroviarios.
Es de mencionar que de momento no se ha medido el alcance que podría tener la suspensión de Grupo México sobre el traslado de trenes en el país, sin embargo, en el estado, los indocumentados conocen los puntos donde aprovechaban estos vehículos para escapar a la frontera, sin costo y con un amplio número de acompañantes.