El bosque ya no tiene tanta fuerza como la tenía, los árboles ya no tienen fuerza para llamar a la lluvia, lo que perjudica a todos los habitantes de la Sierra Tarahumara y a quienes se benefician de las cuencas del río Conchos y el río Fuerte.
Este fue uno de los temas que se abordaron durante el Foro 4 de Diálogos de Resistencia, "Afectaciones a los bienes naturales de las comunidades", que se realiza en el marco del 25 aniversario de la asociación civil Consultoría Técnica Comunitaria, la cual les brinda acompañamiento en la defensa de sus derechos.
En el foro participaron Arturo Merino, de la comunidad de Tehuerichi en el municipio de Carichi; Jesús Vega de Cuiteco en el municipio de Urique y Domingo González de la comunidad de Bosques de San Elías Repechique, como representantes de las comunidades, quienes coincidieron en que los pueblos originarios tienen una estrecha relación con la madre tierra y se encuentran preocupados por el bosque y el agua.
Las comunidades y los pueblos originarios dependen de los bienes naturales para el buen vivir, para realizar sus actividades económicas, culturales, espirituales, así como la agricultura, ganadería, educación y salud.
Antonio Turuseachi, moderador del panel y miembro de una comunidad indígena en Guachochi destacó que los elementos que componen la naturaleza son agua, tierra, viento, sol, luna, fuego y frío, donde enfatizó que para ello es necesario tener un bosque sano.
El problema principal no es solamente el territorio de la Sierra Tarahumara, sino también es importante enfocar las dos cuencas grandes: río Conchos y río Fuerte, que nacen en la zona, para comprender la realidad y los desafíos que se tienen al no contar con la lluvia.
Señaló que es necesario enfocar esfuerzos a recuperar la cobertura forestal y el agua que son dos de las más grandes problemáticas que se tienen.
Se mencionó que la cobertura forestal ha ido en detrimento en los últimos años, sobre todo a consecuencia de los incendios forestales, se detecta que desde el 2018 se inicia una escalada de incendios provocados. En 2024, de enero a julio se registraron 412 incendios en 22 municipios.
Jesús Vega, de la comunidad indígena de Cuiteco en el municipio de Urique, una de las zonas más afectadas por los incendios forestales, señaló que no cuentan con herramientas para el combate. “Los bosques ya no tienen tanta fuerza”, enfatizó Jesús, quien señaló que ello afecta los ciclos de la lluvia y ello hace que lleguen tarde para las cosechas.
En la zona donde ellos se ubican, existe el programa de Sembrando Vida, solo los beneficiarios de este apoyo federal cuentan con recursos para sostener el cuidado del bosque y sus familias. El resto tiene que salir a buscar el sustento y con ello el bosque queda a merced de los depredadores.
Consideraron que los objetivos del programa debe de estar enfocado a lo que la comunidad necesita.
Jesús considera que es necesario que se les brinde apoyo para realizar obras de conservación del bosque y del suelo.
En Cuiteco se cuenta con una reserva de bosque, donde existen árboles longevos que son hogar de animales silvestres, entre los que destacan guajolote, venado, ardilla, coyote e incluso oso, porque varios integrantes de la comunidad los han visto, incluso muchos se quejaron porque se comían las manzanas.
“Hay un rumor de que quieren entrar algunos compradores de madera, tenemos miedo que de repente se pueda acabar”.
A la voz de Jesús, se unieron la de Domingo y Arturo quienes solicitaron un programa de empleo temporal, “Necesitamos un poco de ayuda para sostener a la familia y no dejar el bosque solo”. Requieren de empleo temporal y ello puede darse a través de obras de conservación de suelos, de una brigada comunitaria que les ayude en época de incendios
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Los incendios no solo acaban con el bosque, sino con las fuentes de agua, “se acabaron los árboles mayores y se han ido acabando los ojitos de agua y los aguajes”, señaló Domingo.
Antonio Turuseachi señaló que la deforestación es la principal causante del cambio climático que pone en riesgo las especies endémicas de la Sierra Tarahumara.
Lo que afecta a las comunidades, también afecta a las personas que radican en las ciudades.