De acuerdo con información al tercer trimestre de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2022, en México había 18 millones de personas con 60 años y más, es decir, 14 % de la población. Más de la mitad de estas personas estaban casada o vivía con su pareja en unión libre (59 %) y una cuarta parte era viuda (24 %).
Esta estructura cambia si se compara con la población joven (15 a 29 años) que en su mayoría se encontraba soltera (72 %), o con los adultos de 30 a 59 años, cuya situación conyugal predominante era la de casada (50 %) o vivían con su pareja en unión libre (21 %).
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La distribución porcentual de las personas de 60 años y más, según su situación conyugal, indica que 65% de los hombres estaban casados, en tanto que para las mujeres la cifra fue 43 por ciento. Nótese que los porcentajes de mujeres viudas (34 %) y solteras (11 %) superaron a los de los hombres (13 y 7 %, respectivamente).
Una de las consecuencias del envejecimiento demográfico se refleja en el incremento de las personas adultas mayores que viven en distintos arreglos familiares. Según cifras de la ENOE, de las personas de 60 años y más unidas, 33 % vivía en hogar nuclear sin hijos; 28 % en hogar compuesto y 26 % en hogar nuclear con hijos.
Los datos del tercer trimestre de la ENOE 2022 indican que había 2 millones 037 mil 833 parejas que vivían solas y en las que uno de los cónyuges tenía 60 años o más. De estas, 2 millones 035 mil 289 eran parejas de distinto sexo, y 2 mil 544 del mismo sexo. De las parejas heterosexuales que vivían solas y en las que algún cónyuge tenía 60 años o más, se observó que, en tres de cada cuatro parejas, el hombre tenía mayor edad que la mujer y en 8 % ambos tenían la misma edad.
Para 2022, 50 % de las parejas heterosexuales que vivían solas y en las que alguno de ellos tenía 60 años o más ambos cónyuges tenían el mismo nivel de escolaridad; en 31 % de los casos, el hombre tenía mayor escolaridad que la mujer y, en una de cada cinco parejas (19 %) la mujer tenía mayor escolaridad que el hombre.
En 2022, las condiciones laborales de las parejas en las que alguno de los cónyuges tenía 60 años y vivían solas fueron las siguientes: en 45% ninguno era económicamente activo; en la tercera parte (33%), el hombre era económicamente activo y la mujer no; en siete de cada 100 la mujer era económicamente activa y el hombre no, y en 15 de cada 100 parejas ambos eran económicamente activos.