Cientos de niños del sur de Latinoamérica se encuentran migrando junto con sus familias con la esperanza de una vida mejor para el desarrollo de estos menores, como es el caso de Samuel, un joven venezolano de 12 años quien adora la escuela y quiere convertirse en jugador de fútbol profesional.
Samuel comenzó este viaje hace casi seis meses junto con su abuela Belinda, quien lo ha criado desde que era muy pequeño por lo que vio como su responsabilidad el buscarle un mejor futuro lejos de la corrupción que la atormenta desde su juventud, para que el niño tenga mejores oportunidades de desarrollo.
La señora Belinda es originaria de Colombia, cuando tenía 18 años se vio obligada a emigrar para huir de la violencia que había en su país natal, estableciéndose en Venezuela donde dijo que se enamoró de los paisajes y de lo bien que podía vivir ahí en comparación con su vida anterior, pues durante ese tiempo en Colombia la economía se había desplomado, mientras que los venezolanos vivían muy bien con solo 500 bolívares al mes.
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En Venezuela, Belinda hizo una familia que adoraba, por lo que le resultó muy difícil tomar la decisión de volver a Colombia cuando la situación económica con los venezolanos cayó, sin embargo, estaba con sus seres queridos y eso era lo que importaba.
Aunque contó que en Venezuela ya no tiene nada a que volver, debido a que su casa fue tomada por el gobierno y vendida o dada a otras personas, pues, aunque ella tenga los papeles cuenta que el presidente de la República Venezolana, Nicolás Maduro toma las casas que son consideradas abandonadas y se las da a otras personas que estén dentro del país.
Belinda trabajó durante mucho tiempo en un puesto cerca de un hospital colombiano, donde vendía galletas, pasteles y demás postres, aunque le iba bien con las ventas, no sacaba dinero suficiente para comer más que un desayuno por día; según la mujer, apenas podía sacar 50 pesos colombianos, que no le servía de mucho puesto a que utilizan dólares en lugar de la moneda local.
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Hace alrededor de cinco años se vieron obligados a mudarse a Barranquilla, pues Belinda había contraído paludismo o malaria, y sólo en este núcleo urbano podrían encontrar los medicamentos que para estabilizarla. Tras su recuperación comenzaron a ver la probabilidad de migrar al norte en busca de mejores condiciones de vida.
Belinda comentó que, desde el nacimiento de Samuel, el hijo mayor de una de sus hijas, ella fue quien se hizo cargo del niño y lo crío como si ella fuera su madre, por ello es que cuando decide emprender el salvaje viaje a Estados Unidos se lleva al niño con ella, además que Samuel admite que no quería dejar sola a su abuela en este viaje.
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Samuel es el mayor de cuatro hermanos, quienes se quedaron de vuelta en Colombia con sus padres, debido a que no quisieron enfrentarse a las dificultades del viaje con un infante de 5 años y un bebe de 2 años, por ello le permitieron a su hijo a aventurarse por el sueño americano con su abuela.
Llevan alrededor de seis meses viajando, donde les costó tres meses el pasar por la selva a pie y en grupos grandes para evitar ser robados por los mismos paisanos que también se encuentran en estado de movilidad; mientras que los otros dos meses son los que duraron para pasar por Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y llegar a México, donde Samuel señala que es el lugar que mejor los ha tratado.
Sin embargo, se vieron en la necesidad de desembarcar en la capital de Chihuahua luego de que durante la noche del 8 de octubre fueran bajados del tren de Ferromex con la excusa de que ese ferroviario era minero y era muy peligroso que lo usaran de transporte; para no abrir discusiones y evitar ser arrestados la familia de Belinda decidió bajarse y buscar un lugar donde pasar la noche.
Llegaron a la Plaza Concordia que queda cerca de las vías férreas, donde descansaron y retomaron fuerzas para buscar el albergue de migrantes de la ciudad, dado que por medio de redes sociales vieron que era un lugar seguro donde podrían conseguir provisiones y una ducha, recuperando fuerzas continuar con viaje que ya parece interminable, a la frontera con Estados Unidos.