La comunidad del Sagrado Corazón de Jesús recordó que en innumerables ocasiones, el padre Javier Campos Morales “El Gallo” y Joaquín César Mora Salazar “El Morita” celebraron los sacramentos en el templo, por lo que ofrecieron una misa en su memoria la vez que elevaron una oración para pedir por el cese a la violencia. Oran para que los cadáveres de los sacerdotes aparezcan.
En su pronunciamiento señalaron: “El ánimo de uno, la devoción de otro, la misericordia de ambos para proteger al perseguido, socorrer al herido, a fin de cuenta asesinado junto a ellos, nos enseñaron distintas formas de amar a Jesús y de su seguimiento”.
En el documento signado por el párroco José Luis Serra Martínez, SJ., el diácono Jorge Capistrán Hernández, vicario de la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús en la capital, y el Consejo Pastoral alzaron su voz, al igual que muchas mujeres y hombres en el país para exigir acción de las autoridades a fin de que disminuya la violencia que llena de luto a miles de hogares.
Señalaron que la sangre de estos dos sacerdotes jesuitas se une a la de miles de mexicanas y mexicanos injustamente asesinados.
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Exigieron a las autoridades federales y estatales que adopten medidas de prevención que generen paz de manera inmediata, tanto en la comunidad de Cerocahui, en el estado y en el país. A la vez exigieron el esclarecimiento de los hechos, la detención de los responsables y se haga justicia.
La santa misa fue oficiada bajo un esquema de fortaleza, el P. Fernando Casillas, S.J., Asistente de la Provincia, el Párroco el P. José Luis Serra y Jorge Capistrán, Rodrigo Pinto y Luis Rodrigo Galindo, diáconos quienes partirán a Cerocahui como parte de su preparación para su ordenación presbiteral.
En la celebración eucarística las religiosas que prestaron servicio en Chínipas recordaron como al padre le decían El Gallo porque cantaba como esta ave, que eran misericordiosos y siempre eran atentos.
Otro de los feligreses señaló que se quedará en su corazón el compromiso, entrega y amor al prójimo del padre Mora, que lo llevó a ofrendar su vida para prestarle auxilio a alguien más.
Con lágrimas en los ojos, otro hombre dijo que ambos sacerdotes murieron como vivieron, defendiendo sus ideales y creencias, pero sobre todo tratando de defender la vida cuando en la actualidad se le desprecia de una y mil maneras.
Le tocó el turno a una religiosa de la Congregación de las Siervas del Sagrado Corazón y de los Pobres, “¿Cómo no llorar la ausencia de un padre, de un hermano, de un amigo y de un compañeros de misión? Aunque sabemos que llegaron a donde todos queremos llegar que es el cielo, de todos modos nos duele su ausencia. ¿Cómo no llorar si fue de una manera ingrata e inhumana?”.
La religiosa mencionó que como no van a llorar si les han arrebatado a sus hermanos, con quienes caminó de la mano de un pueblo que necesita.