Los victimarios son fruto de una sociedad descompuesta porque no se hicieron de la noche a la mañana, también son hijos de una familia, quizá de una familia disfuncional pero que a fin de cuentas, miembros de un mundo en el que poco a poco han ido quitando a Dios de sus propias vidas y esto los ha inclinado o llevado al camino que no es el correcto, señaló monseñor Juan Manuel González Sandoval, Obispo de Tarahumara, en su reflexión de la misa dominical.
El sacerdote destacó que a veces la tentación que estos hombres o mujeres tienen es mucha, sobre todo en lo que se trata la ambición de los bienes materiales y de ciertos placeres desordenados que la vida ofrece, creyendo que el dinero, el placer y el poder, se va a obtener la auténtica felicidad y se va a tener aquello que se necesita para dominar y someter a los demás en el propio capricho de los intereses personales. “Es necesario pedir una auténtica y clara conversión del corazón, queremos que se acerquen a lo que nuestro señor Jesucristo nos pide a todos: traten a los demás como quieren que los traten.. con la misma medida que midas serás medido…, ámense los unos a los otros como yo los he amado”.
El Obispo mencionó que aunque hay cosas que no funcionan, hay que aprender de los errores del pasado y buscar la resiliencia
“Basta de resentimientos, odios, deseos de venganza, basta de resolver los problemas por la fuerza, hablando se entiende la gente, el diálogo social es muy importante, algo tenemos que hacer y alguien tiene que comenzar, apelamos a su fe, a su buena voluntad para experimentar un cambio desde lo más intimo de su corazón, se reintegren a nuestra sociedad en un trabajo honesto, productivo que contribuya a una paz social que le dé sentido y fuerza a nuestras vidas”.