Todo parecía que sería un lunes tranquilo para los empleados de comercios de la calle Trasviña y Retes, antes de llegar a la glorieta de San Felipe, en la tradicional colonia que lleva el mismo nombre; pero el reporte de una supuesta bomba abandonada en la fachada del local denominado “Uñas y más” los hizo que pasaran horas de angustia, miedo e incluso llanto, todo esto mientras se resguardaban de los rayos del sol.
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Fue a las 8:45 de la mañana cuando escucharon que las empleadas del negocio de uñas entre ellas se gritaban que no tocaran nada y que ni siquiera abrieran las puertas, que llamaran a la policía y que corrieran a media calle, por lo que empezaron a alarmarse.
En cuestión de minutos llegó una unidad de la Policía Municipal, la cual al hacer una primera inspección se percató del hallazgo de dos envoltorios pequeños que estaban en el piso, a las puertas de Uñas y más.
“Jamás pensamos que nos tocaría algo así, al principio nos causó como ruido, pero ya cuando vimos que llegaron equipados para desactivar la bomba y no hacían nada, comenzamos a llorar… más cuando tuvimos que ayudar a las enfermeras del asilo de ancianos a sacar a los viejitos para llevarlos aquí al templo de San Felipe”, narró una de las empleadas de un negocio de comida que está en esa misma calle.
De acuerdo a una de las locatarias de un negocio de enfrente, observó cómo poco antes de las nueve de la mañana, en el negocio de belleza, empezaban a llegar unidades de la Policía Municipal, comenzando a desalojar a todos los establecimientos de la calle, con demasiada urgencia.
“Aquí entró un policía y nos dijo que teníamos que salir, que era por nuestro bien y que nos fuéramos a una esquina; ahí nos tuvieron como hasta las dos de la tarde, en el sol, vimos cómo llegaban y llegaban soldados y bomberos y no pasaba nada”, dijo la locataria.
En tanto que un repartidor de comida de uno de los negocios explicaba que permaneció en el sitio al ver que incluso las empleadas del local entraban en pánico, sobre todo porque estuvieron en contacto directo con el explosivo, “Las pusieron incluso a ayudar a desalojar el asilo, andaban todas nerviosas las pobres”, narró el repartidor, a la par de que decía que no podía contar más porque tenía mucho trabajo.
Gran parte de los negocios cuentan con cámaras propias de seguridad, por lo que captaron el momento en que el presunto responsable llegó en una bicicleta primero a la esquina de la Trasviña y Retes y Ramírez Calderón, donde armó al parecer el artefacto, para luego acercarse en la bicicleta, dejarlo con cuidado entre las dos puertas del local, depositar por debajo de las puertas algunos cerillos y finalmente rociar diésel en el exterior.
Al intentar dialogar con las empleadas, comentaron que por cuestiones de la investigación no podían aportar mucho, pero que sí sintieron mucho miedo, sobre todo porque vieron que no era común tanto líquido inflamable tirado en el piso.