Pederastas, incapaces de mantener una relación con personas de su edad

En su pubertad pudieron haber estado expuesto a un grave impacto emocional; la reincidencia es muy alta

Venessa Rivas | El Heraldo de Chihuahua

  · martes 21 de diciembre de 2021

Foto: Archivo | Cuartoscuro

Un pederasta es un ser con un autoestima muy baja, incapaz de mantener una relación sentimental o sexual estable con alguien de su edad, por lo que se satisface al estar en contacto con menores de edad, su nivel de reincidencia es muy alto, afirmó el experto en investigación criminal y delincuencia organizada José Carlos Hernández.

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En el caso de Dante Daniel Q.B., quien ha sido vinculado a proceso por el delito de abuso sexual y violación en contra de tres niños, explicó que manifiesta conductas pederastas, estos criminales se aprovechan de su relación de superioridad para cometer el delito.

Explicó que hay que diferenciar entre la pedofilia y la pederastia, ya que la pedofilia es una parafilia de que consiste en la mera atracción sexual hacia bebés y niños en la primera infancia; mientras que la pederastia es una fijación erótica materializada en perversos abusos o violaciones a menores de edad.

Este sujeto puede ser un depredador sexual que se ganó la confianza de las víctimas al sentirse superiores, ya sea en calidad de autoridad, de poder y de relación de subordinación. Buscan víctimas que estén deprimidas o solitarias, inocentes y que al mismo tiempo no les puedan dar mayor problema jurídico o familiar. Son expertos en ganarse la confianza de la familia a través de actividades altruistas, clases de música, reuniones deportivas, incluso llegan a darles consejos sobre diversas cuestiones de la vida.

El 60 por ciento de estos casos se registran en personas mayores de 28 años, el grupo con más alta incidencia es entre los 30 y 35 años. En el caso de Dante, presenta un nivel de reincidencia muy alto, a la fecha son ya 14 denuncias las que se investigan, pero podrían ser más.

Su nivel social es alto o medio alto porque saben de manera profesional engatusar o envolver a sus víctimas.

José Carlos Hernández. Foto: Archivo | El Heraldo de Chihuahua

Su acercamiento inicial con las víctimas es a través de palmaditas en la espalda, saludar de manera juvenil o infantil para no asustar a las víctimas o levantar sospechas. Inician con tocamientos a la víctima en zonas no erógenas, luego van aumentado la intensidad del abrazo o tocamiento en zonas erógenas donde la víctima sutilmente empieza a consentir y, es entonces donde se crea un vínculo de confianza.

De acuerdo a su experiencia en perfiles criminales este tipo de personas tienen una intolerancia de pequeños a una situación de carácter sexual como víctimas, por eso pasan de víctimas a victimarios, aunque no es necesariamente fueron violados si existen experiencias de impacto emocional que fueron detonantes en su niñez o pubertad como puede ser estar en contacto con pornografía, presenciar una relación sexual o cúpula no consentida, y cuestiones de carácter que los lleva a ser depredadores.

Para este tipo de personas las víctimas se convierten en trofeos o retos, una vez que los usan buscan otra persona, muy probablemente los puede llevar a convertirse en depredadores sexuales seriales.

Socialmente hablando son personas aisladas y con una alta frustración a la intolerancia social que los lleva a tener una baja autoestima, aunque se presenten como líderes y personas extrovertidas. Pueden presentar conductas patológicas como adicción a las drogas, al alcohol, tabaco, problemas de masturbación frecuente o insatisfacción sexual.

Este tipo de personas pueden llegar a privarse de la vida al no lograr una plenitud en su vida personal.


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