La peregrinación de la Arquidiócesis de Chihuahua llegó a la Basílica de Guadalupe para agradecer todos los bienes recibidos y encomendarse al cuidado maternal de la Santísima Virgen María.
Monseñor Constancio Miranda Weckmann, arzobispo de Chihuahua presidió la celebración eucarística concelebrada con otros sacerdotes de la Arquidiócesis, la peregrinación ingresó al sagrado recinto junto con los matachines que ofrecieron sus sones en agradecimiento a la Morenita del Tepeyac.
Acompañados de sacerdotes y seminaristas, los peregrinos de Chihuahua fueron recibidos en la casa de la Patrona de México por los sacerdotes que prestan servicio en la Basílica quienes agradecieron su visita en el contexto de la Jornada de Oración por la Paz y el año santo concedido a la Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe.
El Arzobispo de Chihuahua agradeció al padre José Alejandro Rufino, director espiritual diocesano de Chihuahua y coordinador de la peregrinación, así como a los integrantes de la peregrinación que acudieron a la casita del Tepeyac para ver a la madre de los mexicanos.
“Virgencita Santa ya teníamos 3 años sin venir a tu casa, por la espantosa pandemia Covid-19, pero ahora nos sentimos henchidos de alegría al poder venir a postrarnos ante tus plantas benditas”, señaló monseñor Constancio.
En la homilía destacó que muchas generaciones de feligreses que han peregrinado a la Basílica han encontrado a María de Guadalupe y regresan con un corazón lleno de alegría. “Estamos ante tus plantas para que nos atraigas de tu hijo bendito, las gracias y bendiciones divinas”.
Destacó que necesitan la bendición de María de Guadalupe para seguir construyendo el reino de Dios en las tierras mexicanas.
Los integrantes de la Arquidiócesis de Chihuahua con gran agradecimiento le presentaron a la Virgen de Guadalupe su trabajo y esfuerzos que se realizan en pro de la construcción de una mejor sociedad.
Se encomendaron a María para que salve las familias, la Arquidiócesis y le brinde la paz que con vehemencia se implora.
La celebración culminó con un fuerte aplauso a la Emperatriz de América, llevándose las bendiciones de María Santísima.