Preside arzobispo misa crismal del Martes Santo en la Catedral de Chihuahua

Se bendijeron los óleos o aceites que se utilizan en los sacramentos, y los sacerdotes de la Diócesis de Chihuahua

Paloma Sánchez / El Heraldo de Chihuahua

  · martes 26 de marzo de 2024

Foto: Pablo Rodríguez / El Heraldo de Chihuahua

El arzobispo de Chihuahua, monseñor Constancio Miranda Weckmann, presidió la Misa Crismal este 26 de marzo, en conmemoración de las actividades de la Semana Santa 2024, en la que se consagró el Santo Crisma, se bendijeron los óleos o aceites que se utilizan en los sacramentos, y los sacerdotes de la Diócesis de Chihuahua, renovaron las promesas que hicieron el día de su ordenación.

Que el Señor bendiga nuestro caminar, de los fieles y de los sacerdotes, que seamos conscientes de que solo unidos a Él lograremos realizarlo. Hoy, en este día tan hermoso, que consagramos el Santo Crisma y bendecimos el óleo de catecúmenos y enfermos y los sacerdotes renovamos las promesas que hicimos el día de nuestra ordenación, que el señor nos conceda conservar nuestra fidelidad y aumente la gracia”, expresó al inicio de la santa misa.

El altar de la Catedral Metropolitana de Chihuahua se llenó con la alba presencia de las decenas de sacerdotes que desarrollan su ministerio en la provincia eclesial de Chihuahua, vestidos completamente de blanco, al igual que las blancas flores que perfumaban el recinto religioso, que se destaca por el bellísimo altar de mármol de Carrara, y clara cantera estriada de sus pilares y muros. Al costado sur de donde se coloca el ambón, se encontraban dispuestos los recipientes con los aceites, que fueron entregados al final de la misa a cada una de las parroquias.

“Celebramos hoy la Misa Crismal, que se distingue por un motivo específico. Aquí encontramos tres motivos que roban nuestra atención de una manera especial: el sacerdote, la caridad pastoral y la eucaristía. Eucaristía, es un trinomio inseparable, esta realidad nos ha hecho afirmar que no hay eucaristía sin sacerdote, y no hay sacerdocio sin eucaristía; y que el sacerdote a imagen del Buen Pastor, va dispendiando el amor, que es la caridad pastoral, para traer al rebaño a pastos abundantes y fuentes tranquilas. En la Misa Crismal bendecimos el óleo para los catecúmenos y para los enfermos. También consagramos el Santo Crisma, y este mismo día, los sacerdotes renovamos nuestras promesas. Este día tiene una gran relación con el Jueves Santo, día que conmemoramos la institución de la eucaristía y del sacerdocio, y la institución del amor. Son tres mandatos, tres regalos, tres dones”, expresó don Constancio Miranda en la homilía.

Foto: Pablo Rodríguez / El Heraldo de Chihuahua

En su mensaje, puso énfasis con la misma intensidad, y con más fuerza, en el amor, que como se mencionó en el evangelio de San Pablo en la primera carta a los Corintios, la caridad, no se acaba.

“La caridad pastoral, queridos hermanos sacerdotes, es el camino más excelente, más que hablar la lengua de los hombres y de los ángeles, más que tener plenitud o fe, o más que repartir todos los bienes. La caridad pastoral es paciente, y servicial. No es envidiosa ni jactanciosa, es decorosa y no muestra interés, no se irrita y no toma en cuenta el mal, no se alegra con la injusticia y se alegra con la verdad. La caridad pastoral, todo lo escucha, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. En estos últimos tres párrafos, como ustedes han visto, solo he sido eco de las palabras de San Pablo, que nos invitan a acercarnos con amor a todos nuestros hermanos, con especial interés a los débiles, los niños, familias, poco creyentes, alejados, a los yerran en el camino, a los que están pasando por un momento de dificultad, a los que viven situación irregular, a los que pierden a un ser querido, a los amigos, aun, a los enemigos, en definitiva, a todos”, expuso.

Al dirigirse a los sacerdotes, les invitó a que animados y vivificados por la eucaristía, traten a todos sus fieles con suma caridad pastoral, misericordia, delicadeza, respeto, ternura, buenos modales, dulzura, con un trato de paz, en suma, con amor, como verdaderos padres, que lo son; y agradeció a Dios por el don del sacerdocio, al que se refirió como el grande misterio del que los presbíteros han sido ministros, en un ministerio de un amor sin límites, ya que habiendo amando a los que estaban en el mundo, los amo, hasta el extremo.

También agradeció a los sacerdotes, por todo lo que hacen para que el pueblo confiado a su cuidado, beba de las fuentes de la salvación, sobre todo de la eucaristía, realidad de la presencia salvadora del Señor Resucitado, a quienes les dijo, que el trabajo pastoral que desarrollan sube al Padre, fruto de un ministerio discreto, tenaz y creativo, y los exhortó a que sigan adelante con el gozo de su ministerio.

Foto: Pablo Rodríguez / El Heraldo de Chihuahua

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“Con las palabras dirigidas de Cristo a los apóstoles en el cenáculo, e invocando a la Virgen, reina de los apóstoles y de la paz, los acojo a todos con un abrazo fraterno, paz a todos y cada uno de ustedes, y junto con sus fieles que hoy nos acompañan para venir a colaborar con ustedes ayudarles en sus trabajos pastorales, portando a las parroquias los santos óleos, les digo a todos ustedes, ¡felices Pascuas de Resurrección! que el Señor nos haga vivir unidos a Él, para poder celebrar con gozo, vivos y resucitados”, dijo.

Posteriormente, se hizo la renovación de las promesas sacerdotales, entre las que destacan construir y edificar la iglesia de dios, expresar el gozo de ser sacerdotes y expresar los ideales de Cristo, el Buen Pastor.

En la renovación de las promesas sacerdotales, el arzobispo de Chihuahua, preguntó quieren ustedes renovar las promesas sacerdotales, si quieren unirse en paz a nuestro señor Jesucristo, modelo del sacerdocio, renunciando a sí mismo, y renovando los compromisos sagrados que hicieron con alegría el día de su ordenación sacerdotal; si quieren ser fieles dispensadores de los misterios de Dios, por medio de la sagrada eucaristía y las demás acciones litúrgicas y cumplir con el oficio de enseñar a ejemplo de Cristo. A las tres cuestiones, al unísono los sacerdotes contestaron “Sí, quiero”.

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Posteriormente, al pie del crucifijo del altar, se colocaron los óleos y el Santo Crisma, que fueron bendecidos y consagrados, respectivamente, por el arzobispo Miranda y los presbíteros de la diócesis.