El arzobispo de Chihuahua, monseñor Constancio Miranda Weckmann presidió la sagrada eucaristía en la Catedral Metropolitana de Chihuahua en el segundo domingo del Tiempo de Adviento, en el primer domingo del mes, en el que hizo la bendición de banderines de los diferentes movimientos y ministerios católicos.
“Nos acompañan los coordinadores o enviados de los grupos, asociaciones y movimientos que en la Diócesis existen, como son la Adoración Nocturna, Adoradores Laicos, Agrupación de Esposas Cristianas, Apostolado Mundial de Fátima, Cáritas Diocesana, Colegio Bíblico Apostólico, Cursillos de Cristiandad, Encuentro de Novios, Encuentro Matrimonial, Escuela de la Cruz, Movimiento de Revisión de Vida Matrimonial, Movimiento de Schontat, Movimiento Familiar Cristiano, Mujeres al Pie de la Cruz, Pastoral Penitenciaria, Pequeños Hermanos de María, Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo, Retrouvaille, Talleres de Oración y Vida, Comisión Diocesana de Laicos”, expresó monseñor Miranda.
El arzobispo de Chihuahua se refirió a las lecturas del profeta Elías, en la que habla de un nuevo mundo, en el que habitará el lobo con el cordero; nos habla como habrá armonía en el mundo, el novillo y el león pacerán juntos, el niño jugará en el agujero de la víbora, con figuras de armonía, de entendimiento, cuando venga el Salvador al mundo, un mundo nuevo, en el que no habrá divisiones, no habrá violencia, ni dolor; sino que la misma naturaleza, aún los animales, vivirán juntos y en paz.
“Pero, hermanos, ¿se han fijado en lo que decía Isaías sobre cómo iba a venir este mundo distinto? Habrá un renuevo que nace de una rama seca, en una sociedad que le ha dado la espalda, y viene a salvarnos y lo hace muriendo y resucitando. Anunciaba el profeta que en medio de un mundo seco, de un pueblo que parecía acabado, deshecho, aparecerá alguien con el espíritu de Dios, lleno de la fuerza de Dios, capaz de rehacer las cosas, de crear una nueva vida, de abrir nuevos caminos donde todo parecía cerrado” exclamó.
Destacó que será capaz de traer la justicia tan anhelada por los pobres, de romper las divisiones, las opresiones y la violencia, capaz de conducir hacia la gran esperanza un mundo nuevo y mejor.
“Ese alguien, que el profeta anunciaba misteriosamente, nosotros sabemos que es Jesús el enviado de Dios, el Mesías, y realiza con su vida, todo lo que el profeta Isaías promete, pero como lo realiza, por qué, si ya vino, si ya ha venido a vivir entre nosotros en esta tierra, aún tenemos que padecer el mal, el dolor, la división. Dentro de cada uno de nosotros y en nuestra comunidad, en el mundo entero, porque aún tenemos que seguirlo esperando. La venida de Jesús nos invita a trabajar, a luchar, para construir ese mundo, a seguir su camino, aguardando la venida gloriosa de Jesucristo, nuestra esperanza”, exhortó.
El arzobispo Miranda, disertó que se trata de esperar y de luchar, de creer de verdad que vale la pena trabajar y construir este mundo, se trata de convertirse, con una conversión que dé fruto, no nada más de deseo y oración, sino realidad.
“La enseñanza de El Bautista, nos prepara al encuentro de Cristo, es muy laudable que el adviento venga la figura de Juan a prepararnos, esa palabra que nos dice hoy, conviértanse es programática, para hacerla como un programa de vida, y resume en gran parte el proceso espiritual y moral que hace posible la renovación del Evangelio”, dijo.
Para finalizar, instó a que cada uno, es invitado a hacer del evangelio algo personal, se nos pide una transformación interior, un cambio de mentalidad y no podemos negarnos a tomar en cuenta esta condición para entrar en el camino de Cristo, que abre el corazón a la esperanza, debe venir, para que nuestra historia tenga finalmente sentido y se convierta en una historia de vida y de amor.