Este es el pan que ha bajado del cielo, el que come de este pan vivirá para siempre enfatizó el arzobispo al parafrasear el evangelio del XX Domingo del Tiempo Ordinario, donde exhortó a la feligresía a vivir la eucaristía para participar en el camino de Jesús en la tierra y en la fiesta del cielo.
En la oración comunitaria se elevó una plegaría para que los campos reciban las lluvias necesarias para una buena cosecha, se oró por aquellos que trabajan la tierra a fin de que con su trabajo pueda haber abundantes frutos que alimenten a la población.
En la plegaria también se incluyó a los ministros de la iglesia, así como la conversión de quienes han faltado al don del amor; y por las familias, amigos y conocidos que viven apartados de Dios para que puedan conocer su bondad y misericordia.
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Durante este domingo la feligresía que participó de la santa misa en la Catedral Metropolitana de Chihuahua escuchó en la primera lectura sobre la sabiduría de Dios, que siempre será maestra de la humanidad y la cual el sencillo la recibe gratuitamente, donde además se exhortó a dejar la ignorancia para encontrar el camino de la prudencia.
En la segunda lectura se continuó sobre la necesidad de dejarse guiar por la prudencia, recordando que el camino de Dios es entender su voluntad.
En el evangelio, Jesús se ofrece como alimento afirmando que su carne es verdadera comida y su sangre es verdadera bebida, porque él es el alimento para las almas.
Monseñor Constancio Miranda Weckmann, en su homilía, destacó que la eucaristía es el encuentro con Jesucristo, es reunirse en torno al altar para reconocer su memorial, su recuerdo vivo, al comulgar se recibe un pan que es su cuerpo y carne entregada por amor para darle vida al mundo.
Recalcó que Jesús por amor se quedó en la tierra a través del pan y el vino, “El Señor nos insiste con gran fuerza en la necesidad de recibir la eucaristía para que crezca en nosotros la vida de la gracia”.
El jerarca de la Iglesia Católica mencionó que así como ningún padre se contenta con dar vida a sus hijos, sino que les da los medios para que crezcan, Jesús en la comunión da el alimento para las almas a través de la eucaristía.
Finalmente los invitó a asemejarse a la vida de Dios y a través de la eucaristía se injerten en la vida de Jesucristo, quien es realidad y esperanza de vida para siempre.