Los 17 hombres jóvenes, tras vivir la experiencia del Preseminario, decidieron ingresar al Seminario Arquidiocesano de Chihuahua y al Seminario de la Tarahumara, donde seguirán el llamado de Jesús a servir a través del sacerdocio, por lo que este domingo la comunidad católica les dio la bienvenida.
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En la Catedral Metropolitana de Chihuahua se realizó la misa de recepción de los nuevos seminaristas, la cual fue presidida por el arzobispo Constancio Miranda Weckmann y concelebrada por 10 sacerdotes, entre ellos el padre Justino Ramírez, rector del Seminario Arquidiocesano de Chihuahua y el rector del Seminario de la Tarahumara, así como el padre Polo y César, parte del equipo formador.
La comunidad se unió en oración por los hombres elegidos por Dios para participar en el ejercicio jerárquico de la iglesia y para que la iglesia tenga los sacerdotes que necesita.
Los nuevos seminaristas son Raúl Alonso Morales, Maurit Carrillo Rincón, Erick Davida Macias, Joel Antonio Estrada Martínez, Jasef Gerardo García Valenzuela, Guadalupe Modesto Lara García, Gabriel Antonio Olivas Núñez, Ángel Gabriel Pérez Gallegos, David Prieto Gasca, Jaime Jesús Prieto Payán, Jaime Jesús Ramos Payán, GIovani Ignacio Rascón, Jesús Ríos Silva, Rubén Rodríguez Rivera, Guillermo Sáenz Espinosa, Jaír Guillermo Vega Barrera, Luis Enrique Villalobos Fernández, y Alfredo Rivas Cruz.
Quienes pidieron unirse al Señor por medio de una vida de oración y servicio a la Iglesia, dando verdadero testimonio cristiano de gozosa obediencia a la palabra de Dios.
El arzobispo realizó la bendición de las cruces y a los seminaristas que a partir de hoy inician su formación hacia el sacerdocio ministerial.
En este domingo se reflexionó sobre el evangelio según San Mateo, que recuerda las parábolas que han sido sembradas en el mundo por Jesús y es una llamada a entender y vivir la vida, tal y como él la entendía y la vivía.
El arzobispo señaló que no basta con predicar las parábolas, sino abrir el corazón para que crezca la semilla de amor: “Siempre habrá tierra tierra buena en la que crecerá el reino, abonará la bondad, florecerá el esfuerzo al servicio de los demás y la entrega desinteresada. Por eso nos disponemos a ser tierra buena, cultivada, humedecida, disponible para que produzca al 101 por ciento”.
A los nuevos seminaristas les hizo un llamado a que que así como el Señor ha sembrado la semilla en sus corazones, ellos se encarguen de regar la plantita todos los días, abonarla seguido, quitarle la hierba mala para que de esa manera llegue a ser una planta frondosa en el sacerdocio.