Marisa Araceli es una enfermera de alma, mente y corazón, su dedicación a la atención de enfermos en la zona serrana le valió para ser reconocida con la medalla al Mérito de Enfermería que otorga el Instituto Mexicano del Seguro Social.
Marisa Araceli Ramírez Lerma, tiene 23 años de servicio en el Instituto Mexicano del Seguro Social, en los esquemas de atención a la población de las zonas más apartadas de la entidad, su vocación ha sido fundamental para brindar un servicio de calidad a los habitantes de la zona serrana.
Actualmente, Marisa Araceli trabaja como enfermera general en el Hospital Rural en San Juanito, en el municipio de Bocoyna en el estado de Chihuahua, como parte del Programa IMSS-Bienestar.
Marisa Araceli afirmó que su vocación por la enfermería nació a temprana edad, con el paso de tiempo se fue afianzando al ver las necesidades de salud en su comunidad serrana, donde ella nació.
“Crecí en el pueblo de Baborigame, municipio de Guadalupe y Calvo, comunidad muy alejada de la capital del estado, carente de muchos servicios. Desde pequeña me llamaba la atención ver a los brigadistas de salud que llegaban a atender a la población”.
Marisa en su niñez veía como su padre, de manera empírica, curaba a quien lo necesitaba, ello la motivó a prepararse de manera profesional, en el IMSS ha podido desarrollar su vocación y espíritu de servicio.
El compromiso con los que más necesitan, la llevaron a ser una de las galardonadas a nivel nacional con la medalla al Mérito de Enfermería, mismo que se entregó en el marco del Día Internacional de la Enfermería.
La ceremonia se realizó en la Ciudad de México, donde se informó que este galardón lo otorga el Instituto Mexicano del Seguro Social en conjunto con AFORE Siglo XXI y Fundación IMSS.
Es madre de tres hijos: el mayor tiene 24 años, el mediano 18 y el más pequeño 11; todos ellos, en todo momento le han brindado todo el respaldo para desarrollar su profesión.
“Al IMSS llegué en el año 2001, solicité una oportunidad, y trabajaba en brigadas de salud, era demasiado tiempo el que estaba en las comunidades y requería estar en casa. Por eso pedí una oportunidad en el Programa IMSS-Bienestar”.
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Marisa proviene de una familia en donde es la única profesionista; en donde le inculcaron el deber ser, con responsabilidad, amor y vocación de servir.
“Para mí, ser enfermera es un gran compromiso, pero también una gran satisfacción el poder ayudar a la gente, porque me he desenvuelto en un ambiente muy pobre, en donde la gente carece de todo, en donde es muy vulnerable”.
Lo más satisfactorio para Marisa es poder salvar vidas. “Al despertar siempre agradezco a Dios por un día más. Creo que a lo largo de mi vida he pasado por situaciones muy difíciles, bonitas, experiencias, he conocido muchas personas que me han ayudado y que me han motivado a salir adelante. Mis padres me inculcaron el respeto a los demás, a tratar siempre de tener una actitud positiva y tratar de hacer mi trabajo lo mejor posible”.
Esta enfermera comentó que su inspiración es ver la amabilidad de las personas, palpar la necesidad que existe en materia de salud y además poder obtener los ingresos para la manutención de su familia.
“Me siento muy contenta, muy emocionada. Doy las gracias a Dios por ser enfermera; doy gracias a mi familia por estar siempre conmigo y, sobre todo, doy las gracias al Programa IMSS-Bienestar por la oportunidad que me dio”, finalizó Marisa.