Decenas de personas se congregaron en el templo de San Antonio de Padua, en la colonia Panamericana de la ciudad de Chihuahua, para acompañar a la Virgen de Nuestra Señora de los Dolores, en la Vía Matris, durante las actividades de este Sábado Santo 2024, bajo la dirección de la Orden Franciscana.
El acto religioso fue presidido por el párroco Fray Enrique Nolasco Zavala, OFM, quien destacó que humanamente todas las personas de ser acompañados, y la Virgen, como madre del Señor, no solo se pide su compañía, sino, también mostrarse solidarios con ella.
“En ese sentido, también acompañarla en algo que ella sabía que había aceptado desde el momento de la Anunciación, que tenía que cumplir su misión. Ella nos humaniza, vivir este gesto de humanidad con ella, en este momento que recordamos que perdió a Jesús su hijo”, expresó Fray Nolasco.
A las 12:00 del día, la comunidad de San Antonio de Padua, encabezada por su párroco, Fray Enrique Nolasco; por integrantes de la Orden Seglar Franciscana; y las familias de los fieles, formaron una columna de la procesión en el pasillo central del recinto religioso, e ingresaron hasta el altar, donde se encontraba una imagen de la Virgen de Nuestra Señora de los Dolores, la Virgen Dolorosa, vestida totalmente de negro, y con el rostro con llanto.
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Avanzaron en su camino hasta la Primera Estación, donde se rezó el acto de contrición, para iniciar el camino dentro del templo para acompañar a María desandando 14 estaciones del Viacrucis, en un camino de regreso al Calvario. Iniciaron en el lado derecho del altar, visto de frente, en la estación XIV, donde se dirigió una jaculatoria, “Adorémoste Cristo y bendecímoste, que por tu Santa Cruz, Pasión y Muerte redimiste al mundo, Virgen de los Dolores, para mi eterna calma, permíteme llorar cuando tú llores y no apartes tus ojos de mi alma”, que se repitió al inicio de cada estación.
En esa primera estación, se recordó a María en el sepulcro, con la intención de transformar el dolor que cada persona enfrenta en su vida, en especial cuando se pierde un ser querido, como la Virgen, cuando perdió a su hijo.
“En estas 14 estaciones semejantes a las que recorrió Jesús en el Viacrucis, la acompañamos en el dolor por la pérdida de su hijo, para que humanice y sensibilice nuestro corazón, viviendo esa transformación de la vida y de la realidad, ahí donde Dios nos ha puesto”, explicó el párroco.
Al final de cada estación, se rezó otra jaculatoria, “María, madre mía, amargo mar de tormento, ruega por mí en mi agonía y haz que en el último aliento, alma y voz digan: María, madre mía, pequé. Por tu martirio de soledad, ten piedad de mí y alcánzame de Jesús con sus perdones, una santa muerte. Me pesa en el alma haber traspasado su corazón y el tuyo”, para finalizar con un Padre Nuestro y un Ave María.
Al continuar por las estaciones, en la segunda, se reconoce a María como la piedra de la unción; en la tercera, María llega al lugar de la crucifixión; en la siguiente, ve donde clavaron a Cristo en la cruz; luego avanza, para recordar donde le fueron arrancadas las vestiduras a Jesús.
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En la sexta estación, María llega a donde vio caer a Jesús por tercera vez; en la mitad del camino, se reflexiona sobre el consuelo que dio Jesús a las santas mujeres; y a continuación, donde Jesús cayó por segunda vez. Al llegar a la novena estación, María recuerda donde la Verónica enjugó el rostro de Jesús; y a continuación, donde Simón de Cyrene cargó con la cruz. En la onceava estación, María se detiene en el sitio donde encontró a Jesús; y en la doceava, recuerda el lugar donde Jesús tuvo su primera caída.
En la treceava estación, y penúltima de la Vía Matris, María discierne sobre la cruz que cargó Jesús, en el lugar donde la estrechó contra su pecho por primera vez; y finalmente, termina en la estación de Jesús fue condenado a muerte, y se terminó con una oración final.
Fray Enrique Nolasco Zavala, OFM, exhortó a las personas presentes, que durante esta Pascua 2024, permitan a Jesús habitar en sus corazones.
“El sacrificio que él hace por nosotros, nos une a él; nos permite esa experiencia de ser reconciliados con el Padre. Todo lo que hemos visto, ha sido el ejemplo que tenemos que imitar. Sentirnos como familia cristiana, familia de todos los hijos Dios, por ser bautizados, y que podamos vivir esa vida de fraternidad, en la que nos reconozcamos como tales, lo que nos ayudará a contrarrestar todos los fenómenos que hay, de repente hay rivalidad, violencia; hay deseos de paz que podamos construir al contemplar a Jesús nuevamente, al dar su vida por nosotros, para que tengamos vida abundante. Que cada uno se disponga a reflejar a Cristo en su vida, configurarse cada vez más a él”, exhortó.
“Felicitarles por la Pascua de Resurrección que vamos a vivir esta noche, y que esa luz que viene a nosotros, representada en el Fuego Nuevo, que viene del cirio pascual, ilumine la mente y el corazón de todos”, concluyó.