Posterior a conmemorar la Pasión y Muerte de Jesús, las primeras horas del Sábado Santo enmarcan un sentimiento de dolor, pero sobre todo la esperanza en la Resurrección del Señor.
A fin de crear una reflexión más profunda sobre el amor hasta el extremo demostrado durante el Viernes Santo con la Pasión de Cristo, la mayor parte del sábado se torna un ambiente en donde permea el silencio, la oración y meditación.
De esa manera, los feligreses se preparan para la celebración máxima dentro de la Iglesia Católica, la Vigilia Pascual, la cual representa el momento de la Resurrección de Jesús, y con la que se demuestra que venció a la muerte tal como lo había anunciado.
El Sábado Santo envía un mensaje de que Dios, aunque parezca ausente, está presente, pues mientras algunos esperaban y confiaban en su Palabra, otros habían perdido toda fe al saber que Jesús había muerto.
Dentro de la Vigilia Pascual se enmarcan tres momentos importantes, el primero de ellos, la celebración de la luz, en la que se bendice una fogata al exterior del templo para de ahí encender el cirio pascual y posteriormente, las velas que cada feligrés lleve. Esto representa cómo Cristo venció la muerte y acabó con toda oscuridad.
El segundo momento es la celebración la cual comienza con el canto del Pregón Pascual, poema que proclama las promesas de Cristo. Posteriormente, se articula una secuencia de siete lecturas a través de las cuales se recuerda toda la historia de la salvación.
El tercer momento ocurre con la renovación de las promesas bautismales de todos los fieles con la que reiteran el rechazo a Satanás y a todas su obras y confirman la base de sus creencias.
En la Catedral Metropolitana, el arzobispo Constancio Miranda Weckmann habrá de encabezar esta celebración en punto de las 20:00 horas; empero, los horarios para la Vigilia varían de acuerdo a cada una de las parroquias, pues algunas la celebrarán a las 18:00, 19:00 e incluso 21:00 horas. Además de cirios o velas, se acostumbra llevar agua para bendecir.