Helen, una joven madre originaria de Venezuela que ganaba alrededor de 20 dólares (que son 693.40362 bolívares) al mes con tres trabajos diferentes, lo cual apenas le alcanzaba para comprar lo mínimo de una canasta básica, que se traduce en algunas sopas, verduras en mal estado y una mínima porción de producto animal mensual.
La venezolana contó que los productos que no podía costear debido al aumento de precios constantes eran huevos, queso, leche, aceites, múltiples frutas y hortalizas; costos que siguen en aumento, y aun teniendo dinero para poder comprar menos de la canasta básica, que se encuentra en alrededor de 500 dólares, no encontraba tiendas donde el producto valiera el elevado precio.
La extranjera solía trabajar como mesera en una fonda cerca de su colonia de vuelta en Venezuela, donde laboraba por ocho horas ganando 6 dólares por semana; durante las tardes era cajera en una tienda de conveniencia, de donde salía con al menos 4 dólares a la semana.
Como tercer trabajo, los fines de semana Helen solía limpiar la casa de algunos conocidos que le pagaban un dólar por dos días laborados, el cual equivale a 24,5332 bolívares, los cuales apenas alcanzan para una pieza de brócoli o una barra de pan.
La idea de salir de su país llegó cuando escuchó entre alguno de sus trabajos cómo sus compatriotas vendían su propiedad, casas, autos, muebles, ropa y demás, para llevar un poco de dinero en su viaje a Estados Unidos, un sueño que ha recorrido todo el territorio de Latinoamérica del sur, “escuché que mucha gente se estaba yendo para buscar seguridad y un lugar donde hacer dinero”, compartió Helen.
Con la idea de encontrar ese “sueño americano” del que hablaban sus compatriotas decidió vender todo lo que pudo en precios muy bajos porque nadie tenía suficiente para comprar, pero siempre hay un interesado; Helen no tenía casa propia, vivía en un cuarto que un familiar le estaba rentando, sin embargo, cuenta que ya habían tenido problemas porque se había atrasado un par de meses en pagar.
Con los muebles, ropa y juguetes que vendió, logró conseguir boletos para los camiones que la llevarían a ella y a sus hijos a un viaje que al principio la llenaba de emoción y miedo, para dejarla sólo con el terror constante que implica el dormir en lugares desconocidos y pasar por deshidratación, desnutrición, calor constante y ahora que tiene poco más de dos meses viajando, el frío de las madrugadas los martiriza.
Helen afirma que no se había arrepentido del viaje, puesto que pudo visitar junto con sus hijos varios países maravillosos aunque fuera solo de paso; viajaron por parte de Colombia, Panamá, Nicaragua y Guatemala antes de llegar a México, donde en palabras de la joven “este es el país más difícil por el que nos ha tocado pasar”.
El martirio de esta madre soltera y sus hijos comenzó al pasar la frontera del sur de México, donde llegaron a Chiapas por la noche, “me da miedo sólo recordarlo” dijo María, otra madre que viaja con sus hijos, la cual junto con Helen se unió a otro grupo con colombianos, quienes al igual que ellos han pasado por muchas penurias.
Desde violencia por parte de sus paisanos y los mexicanos, intentos de secuestro y robos a mano armada, es lo que este grupo tuvo que pasar en el sur del país antes de llegar a Ciudad de México, donde aseguran que fue más de lo mismo; Helen contó que aprendieron a la mala los lugares donde pueden descansar y dormir, y los lugares donde es mejor alejarse, debido a que los citadinos pueden llegar a ser “groseros”.
Este grupo de extranjeros vio en redes sociales que sus paisanos decían que al norte del país eran más amables y les compartían comida, productos de higiene e incluso ropa limpia, por lo que decidieron apurarse en su camino para llegar a donde prometían que se les trataría con respeto.
La desagradable sorpresa que se llevaron al subirse a los trenes férreos de Grupo México fue que las autoridades del país fueron parte de los maleantes que les robaban el poco dinero que aún traían, además de descubrir que los grupos criminales se visten de policías y agentes de Migración para llevarse a las personas que sólo buscan llegar al norte.
“La noche antes de llegar a Chihuahua fuimos interceptados por policías que traían armas muy largas y camionetas grandes, decían que nos iban a deportar a nuestro país, que nos bajáramos del tren” compartió la señora María, quien abrazaba a sus hijos, “la mitad del tren hicieron caso y se los llevaron en una camioneta después de quitarles los celulares y todas las pertenencias, los escuchamos gritar hasta que se alejaron de las vías”.
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Los migrantes temen más que un agente de seguridad se acerque a ellos, que la probabilidad de perderse en el desierto o caerse del tren, dicen que "los cárteles se disfrazan para robarnos", además, Helen señaló que sabe que ellos como migrantes son una gran pérdida económica para el país y que no toda la responsabilidad de dejarlos pasar está dentro de la jurisdicción municipal, sino del presidente Andrés Manuel López.
No obstante, sigue con la esperanza de lograr llegar a la frontera y que le permitan a ella y a sus hijos pasar a Estados Unidos; Helen admitió no tener un plan en concreto, sin embargo, intentará buscar un empleo donde le paguen los mismo 20 dólares al mes que ganaba en Venezuela, pero esta vez por semana hasta conseguir un lugar donde pueda vivir y darle una buena calidad de vida a la luz de sus ojos, sus hijos.