Se cumplen 4 meses del homicidio de jesuitas en Cerocahui

Son 4 meses de exigencia permanente de justicia y pacificación de la Sierra Tarahumara

Venessa Rivas | El Heraldo de Chihuahua

  · jueves 20 de octubre de 2022

Misa en honor a los jesuitas asesinados / Foto de: Facebook | Compañía de Jesús

Hace 4 meses, la comunidad de Cerocahui en el municipio de Urique se cimbró con el homicidio y secuestro de los padres jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora, su artero crimen a manos de un criminal conmovió e indignó al mundo. La promesa de justicia se la ha llevado el viento. Su crimen sigue impune.

Son 4 meses de exigencia permanente de justicia y pacificación de la Sierra Tarahumara, pues los criminales operan en total libertad, a pesar de que se desplegaron algunos elementos militares y policiales, solo han logrado detener a 11 personajes allegados al asesino material.

Aquella tarde del lunes 20 de junio, la vida en Cerocahui cambio, sin móvil alguno Jesús Noriel Portillo Herrera, alias El Chueco, presunto líder criminal del Cártel de Sinaloa, asesinó a mansalva a los sacerdotes y al guía de turistas.

Cruces en los lugares donde fueron encontrados los cuerpos de los jesuitas / Foto: Cortesía | Compañía de Jesús

Maru Campos, gobernadora de Chihuahua / Foto: Gerardo Aguirre | El Heraldo de Chihuahua

El Chueco ingreso al templo de San Francisco Javier con un hombre muy golpeado, era el guía de turistas Pedro Elidoro Palma Gutiérrez, el padre Morita quiso abogar por él y darle los santos óleos pero el criminal les disparó a Pedro y al cura. Luego intervino el padre Gallo y también le asesinó.

Ese día, El Chueco terminó con la vida del joven beisbolista Bellereza, tras un desencuentro en el partido.

Tras el homicidio en la misión, secuestró los cuerpos de las tres víctimas. La principal exigencia de los jesuitas era recuperar los cuerpos.

Misa en honor a los sacerdotes asesinados / Foto de: Cortesía | Jesuitas México

La noticia del ataque se dio a conocer por la mañana del 21 de junio, debido a que la comunidad decidió permanecer en silencio para proteger la vida de los sacerdotes que permanecían en la zona.

Los cuerpos fueron localizados y trasladados al Servicio Médico Forense en Cuauhtémoc, donde el Luis Gerardo Mora, provincial de la Compañía de Jesús identificó los restos. Tras diversas ceremonias religiosas e indígenas los restos mortales fueron sepultados en el atrio de la misión donde durante décadas cumplieron con su compromiso pastoral.

Un mes después del homicidio la Compañía de Jesús exigió a la autoridad revisar la estrategia de seguridad. Transcurrió el segundo mes, el tercero y el cuarto, los homicidios siguen sin esclarecerse.

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